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El coordinador de la Federación SOS Racismo, Mikel Araguás, este viernes, en el Campus del Obelisco de la ULPGC. C7
«En el reparto de menores hay racismo y también un ejercicio de desmemoria»

Mikel Araguás

Coordinador de la Federación SOS Racismo
«En el reparto de menores hay racismo y también un ejercicio de desmemoria»

Los discursos de odio se han «multiplicado por dos» advierte el experto que pide entender la inmigración en el contexto de la diversidad

Luisa del Rosario

Las Palmas de Gran Canaria

Sábado, 15 de febrero 2025, 01:00

La Federación SOS Racismo constata que el discurso del odio se ha «multiplicado por dos» en los últimos años, señala su coordinador, Mikel Araguás. El experto, que participó en la segunda edición de 'MigrAdmi', el encuentro estatal sobre planificación en gestión de las migraciones, diversidad cultural y convivencia social desde las administraciones públicas que se ha celebrado hasta ayer en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), cree que el reparto de menores migrantes está afectado por el «racismo» y advierte de que «solo los datos» no hacen cambiar de opinión sobre la inmigración.

-¿Aumenta el discurso de odio?

-Nuestro informe anual lo demuestra. En los últimos años los casos que hemos registrado se han multiplicado por dos. Una de las cosas que más nos preocupa de este aumento es cómo aterriza ese discurso en elementos más prácticos, en la cotidianidad de las personas racializadas porque afecta al día a día de las personas

Bulos

«Los sentimientos que funcionan como operadores políticos están en la base de las 'fakenews:' el miedo y darte la razón»

-¿En qué se materializa?

-En cosas muy prácticas. Por ejemplo en el ámbito de la vivienda. Planteamos una hipótesis muy loca. Queríamos demostrar que a pesar del código penal, la legislación está en un plano y la realidad va por otro. ¿Existe discriminación en el mercado inmobiliario a través de inmobiliarias? Planteamos un caso, llamamos desde Euskadi a Andalucía diciendo que nuestra abuela ya tenía una edad y que iba a entrar en una residencia y queríamos alquilar el piso. Pero que era 'un poco facha' y no le gustaría que en su casa hubiera 'ningún negro ni ningún moro'. Las inmobiliarias, que deberían haber rechazado eso, en el 100% dijeron que 'sin problemas' y otras incluso nos dijeron cómo hacerlo. Vas viendo lo que los políticos van diciendo en un plano y lo que se genera en los medios de comunicación empieza a aterrizar en el día a día. Hace mes y medio presentamos también una investigación sobre el deporte no profesional y el racismo. El 46% de las personas encuestadas reconocían haber presenciado algún acto racista en el ámbito deportivo y el 80% era entre el público, lo que significa que un 20% de casos se dan dentro del campo. Todo ese discurso aterriza en el día a día. Y relacionado con eso hicimos otra investigación: ¿Cómo vive quien sufre el discurso del odio? Preguntamos a mas de 200 personas y nos preocupó mucho la percepción que se emite desde los medios de comunicación y que las discriminaciones no tenían tanto que ver con lo que eran sino con lo que representaban. A través de los medios y este discurso del odio se genera un imaginario colectivo que no tiene nada que ver con las personas y eso tiene impacto en su vida cotidiana.

-Son las propias instituciones políticas quienes emiten esos discursos...

-Sí, en muchos casos. A menudo empezamos hablando de fenómeno de la inmigración, de migrantes, pero según las cifras del INE que acaban de salir, estamos hablando de un porcentaje elevado de personas que han nacido en España. ¿En qué momento dejamos de ser migrantes? En nuestro discurso tenemos que romper con eso de hablar de inmigración y el discurso del odio porque eludes que hay una realidad diversa en el Estado español y en el mundo. ¿Hay una parte del discurso de odio relacionado con las migraciones? Sí. Pero cuando ves a una persona racializada tú no sabes si es nacida en Cuenca o en otro país. Todo el mundo acaba siendo víctima de ese delito de odio. Y hablar solo de inmigración elude también hablar de una población que últimamente pasa muy desapercibida que es el pueblo gitano, que es uno de los colectivos donde más han aumentado los casos de odio en un 1000%. Y el impacto en la vida cotidiana genera ansiedades, genera aislamiento... Y la sensación es que 'eso es el precio que tengo que pagar por un proceso migratorio' y todo eso complica mucho la vida.

-Ya hay segunda generación nacida en España, claro.

-Sí. Y hay estudios sobre cómo la presión social hace que las personas no se sientan parte. Han cumplido. Han estudiado, se han comportado, pero la sociedad no te percibe como un igual. Hablan de la 'generación banana': gente que se siente muy blanca por dentro, pero es percibida como racializada, lo que provoca unos choques de identidad muy fuerte.

-¿Qué puede hacer la administración local?

-Muchas cosas. Una de las cuestiones es romper con la trampa de la Modernidad. Vivimos con este cacharrito (señala al teléfono móvil) y nos olvidamos de pensar. Los estudios nos indican que no hay una relación importante entre nacidos en España y personas racializadas, esa distancia social es un campo maravilloso para al administraciones locales. Si hiciéramos una encuesta sobre con cuántas personas racializadas te relacionas nos sorprenderíamos porque la mayoría dirían nada en el barrio y poco en el trabajo. Lo relacionan con el empleo doméstico y eso genera una relación muy distorsionada. No tienes contacto con ellos y hablas a través de percepciones que ni siquiera son tuyas. Hay que asumir que la sociedad es mucho más compleja.

Consecuencias

«Se habla de la judicialización del discurso de odio, pero cuando vamos a denunciar el daño ya está hecho»

-Trump la simplifica...

-La extrema derecha se está nutriendo de esos discurso simplificados y de apelar a los sentimientos que funcionan como operadores políticos y están en la base de las 'fakenews:' el miedo y darte la razón. A ti te generan un miedo y la culpa la tiene ese chivo expiatorio. Si además, tienen unos medios de comunicación favorables y el móvil, con lo que pierdes las perspectiva de reunirte con los amigos y que te digan 'tú eres tonto', perdemos la crítica.

-Conoce el tema del reparto de menores. ¿Hay racismo?

-Por supuesto que sí. Pero también hay un ejercicio de desmemoria. En 2004-2006 hubo otra situación con muchos menores en Canarias. De hecho, se acusaba a la consejera de enviarlos en barco a Andalucía. No es un problema nuevo, pero como no le damos una respuesta permanente, no queremos que se generen sistemas de acogida permanentes, cuando volvemos a tener otra situación igual nos hacemos los tontos. Vivimos como los hámsters con el móvil y no tenemos perspectiva histórica. Falta eso más allá de que sea un acto racista, y colabora a generar esa percepción ese miedo y a cargar sobre esos chavales todos los males del mundo.

-La famosa «invasión» de Canarias.

-Se habla de la judicialización del discurso de odio, pero cuando vamos a denunciar el daño ya está hecho. El rédito político está hecho. De la crisis de 2008 hemos salido muy tocaditos. La tensión se palpa. Una de las cosas que impulsan los populismos es el malestar social. Yo diría que hemos pasado de ser un país muy divertido a saltar a la mínima porque tenemos esa tensión social y el tratamiento de los medios de comunicación es de imaginarios de la invasión. El problema es que el dato no mata el relato. Muchas veces trabajamos en el dato, en la parte argumental en el análisis objetivo, pero en la desinformación hablamos de sentimientos, de miedo. Trabajar solo desde el dato, que es necesario, puede provocar que el fuego se azuce. Tenemos que trabajar la empatía.

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