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Al grito de Sí se puede, en defensa de una democracia más participativa y contra la 'casta' del bipartidismo, Podemos aunó en 2014 las ilusiones de los desencantados con la política y la esperanza de hacer las cosas de forma diferente con personas distintas.
Con estas bases y sin estructura definida, se convirtió en un fenómeno que, tras las movilizaciones del 15M, constituyó la sorpresa de las elecciones europeas y pretendía, como señaló su líder, Pablo Iglesias, «asaltar el cielo».
Pero en estos diez años, la formación morada a nivel nacional ha vivido momentos críticos, casi siempre por diferencias internas, hasta la actual situación de división y enfrentado a Sumar.
Canarias no ha sido una excepción a este clima de confrontación. Su corta trayectoria está plagada de sucesivas crisis que le han hecho perder en torno a 100.000 apoyos en las distintas convocatorias electorales que se han celebrado en esta década y desaparecer del Parlamento de Canarias.
Con apenas tres meses de existencia, Podemos se presentó en 2014 a las elecciones europeas y obtuvo cinco escaños. En el archipiélago también dio la sorpresa al ser la cuarta fuerza más votada con 62.777 votos, el 11% de las papeletas emitidas.
La formación continuó creciendo en apoyos en las islas. En las generales de 2015, encabezados por Victoria Rosell, se convirtió en la tercera fuerza. Sus 231.000 votos (23,28%) le valieron tres de los 15 escaños en juego.
A partir de ahí, iniciaron un camino descendente hasta los 139.261 votos (10,5%) obtenidos por Noemí Santana en las generales de 2023 bajo el paraguas de Sumar.
La dirigente canaria es una de las cinco diputadas de Podemos en el Congreso y ahora, ya consumada la ruptura con Yolanda Díaz, se ha integrado en el Grupo Mixto y ejerce de oposición al Gobierno del que formaba parte.
No les ha ido mejor en las autonómicas, siempre con Santana como candidata a la Presidencia. Hace ocho años, los morados obtuvieron siete escaños de los 60 en juego en el Parlamento regional gracias a sus 132.000 papeletas (14,53%). Más de 97.000 votos se han dejado en este tiempo hasta su desaparición de la Cámara regional en mayo pasado. No llegaron al 4% de los votos.
Esta pérdida de apoyos es, en buena parte, responsabilidad directa de la bronca interna. Este escenario ha propiciado no sola una importante división, sino que ha llevado a la constitución de otras formaciones que se han convertido en competencia directa.
Quienes más han escenificado estas diferencias han sido Meri Pita y su sucesora en la dirección del partido, Noemí Santana. Tal ha sido el enfrentamiento que la rebelión de Pita ante las elecciones de 2019 estuvieron a punto de dejar a Podemos fuera de la contienda electoral.
Una quincena de miembros de las listas al Parlamento se dieron de baja, sin comunicación previa y a pocas horas del cierre de la presentación de candidaturas.
A partir de ese momento, todo lo que pudo empeorar, empeoró. Al año siguiente, Podemos llevó a cabo un proceso de primarias con las espadas en alto. Se enfrentaban Laura Fuentes -del sector oficial- y Meri Pita -que encabezó la candidatura crítica-, para sustituir a Santana.
Finalmente la entonces diputada nacional retiró su candidatura al entender que el proceso no ofrecía garantías de transparencia y neutralidad. El secretario de Organización a nivel estatal aún era Alberto Rodríguez.
Posteriormente, Pita abandonó Podemos y su grupo parlamentario por la «deriva orgánica» del partido y pasó a integrar el Grupo Mixto. Casi al mismo tiempo, otra exdiputada morada, Carmen Valido, registraba la organización Reunir.
Antes, en 2021, Rodríguez perdió su escaño en el Congreso tras una sentencia del Supremo -ahora anulada por el Constitucional- y abandonó Podemos, partido del que había sido su 'número tres'.
Fundó Proyecto Drago y anunció su intención de ser candidato a la Presidencia, lo que impidió un acuerdo con su antiguo partido, que ya había designado a Noemí Santana. Ambos coincidieron en las últimas generales en Sumar y ambos se han desvinculado ya de este proyecto.
Tanto los que permanecen -críticos y oficialistas- y los que se fueron, siguen convencidos de la necesidad de ocupar el espacio a la izquierda del PSOE.
Todos reconocen que gran parte de las dificultades están empañadas por los personalismos y los enfrentamientos personales. De no superar esas barreras, queda el infierno político.
Podemos se haya inmerso en estos días en la celebración de elecciones primarias. La diputada nacional Noemí Santana compite con la exconsejera del Cabildo de Tenerife Mila Hormiga por liderar el proyecto en Canarias.
El complejo sistema de organización permite que puedan votar los inscritos (registrados en cualquier momento desde que se fundó el partido) y que se estiman entre 8.000 y 10.000, y en torno a 1.000 militantes, que pagan cuota.
Hormiga ha pedido a Santana cuatro debates para plantear desde modelos de organización interna a la relación con el resto de la izquierda. De momento, dice su equipo, no hay respuesta. El plazo de votación finaliza el 1 de febrero y el dos se conocerán los resultados.
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