

Secciones
Servicios
Destacamos
El fallo «fundamental» que se está cometiendo con los menores migrantes tutelados por Canarias (4.000) o Ceuta (400), es «tratarlos como migrantes y no lo que son, niños. Antes de ser migrantes, que lo son, son menores y hay una obligación. Falta voluntad política. Y lo peor es convertirlos en moneda política». Así de contundente se expresa el catedrático de Antropología Social y director del Instituto de Derechos Humanos, Democracia y Cultura de Paz y no Violencia (Demospaz) de la Universidad Autónoma de Madrid, Carlos Giménez. El experto en migraciones participa en la segunda edición de 'MigrAdmi', el encuentro estatal sobre planificación en gestión de las migraciones, diversidad cultural y convivencia social desde las administraciones públicas que se celebra estos días en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC).
Con los menores migrantes, dice Giménez, «se esta incumpliendo la Convención de Derechos de niñas y niños de Ginebra de 1989, que está muy por encima de la legislación autonómica y nacional».
En su opinión, el Gobierno central tendría que «encargar un informe jurídico para mostrar de qué que estamos hablando. Demostrarle a todas las instancias la obligación que tienen por el derecho internacional». Ante esa falta de constatación, explica, comunidades como Cataluña y País Vasco se zafan de sus obligaciones en el reparto de menores. «Dicen que tiene derecho a menos por el esfuerzo previo. Eso es de un egoísmo, de una cicatería», se lamenta. En el acuerdo que el Gobierno canario pretende con el central para el reparto solidario de menores migrantes tutelados por Canarias y Ceuta estas dos comunidades, que apoyan el texto, acogerán a menos niños y niñas.
«Parece mentira que distribuir a 4.500 menores en un país de 49 millones de habitantes sea un problema. Se acogieron a 7.000 niños y niñas ucranianos. De fondo también está el tema no solo de que son niños sino de origen magrebí y musulmanes mientras los otros son blancos. Hay una doble vara de medir, una discriminación política que crea indignación ante esta cerrazón», asegura.
Preguntado por si España es racista, Giménez advierte de que hay que distinguir a los colectivos y a las fuerzas políticas que elegimos. «En Antropología no nos gusta tildar a un colectivos, aunque como país es verdad que hemos tenido 500 años de no arreglar la cuestión gitana, por algo será. De cara a la inmigración no creo que sea justo decir que España es racista. Es el país con mayor red social de apoyo a la inmigración. Miles de personas voluntariamente trabajan en estos colectivos. Hay magníficas prácticas de acogida. La Federación Española de Municipios va a reconocer siete en este encuentro, una de ellas es Arucas, que es una maravilla». Sin embargo, continúa el experto, «eso no quita que la actitud racista ha crecido», lamenta.
Giménez recuerda que en sus investigaciones ha hecho una decena de encuestas que arrojan que «España tenía una singularidad europea», y que «entre el 60 y el 65% de la ciudadanía española acepta incluir a migrantes. Somos muy tolerantes». Pero «esto ha cambiado» y «¿por qué ha cambiado» se pregunta, tanto porque hay un sector «pequeño» de personas mayores de 65 años que no lo ven así, como por un «sector muy preocupante de jóvenes» que sostienen una actitud «muy peligrosa y significativa». En definitiva, añade, «sin ser mayoría, han aumentado las actitudes de rechazo» al otro. Y la explicación, continúa, hay que buscarla en «factores económicos y políticos».
En su opinión con estas actitudes se fomenta la «explotación económica» de estos «trabajadores» que, por otro lado, son «absolutamente necesarios». «Ningún experto duda de que la emigración es un factor clave, pero el racismo es muy funcional. Hace estas personas estén atemorizadas, sin derechos, sin sindicatos... Parte del aumento del racismo se debe a la explotación laboral y un segundo factor decisivo es político. Las migraciones tiene un potencial de manipulación prácticamente como ningún otro fenómeno».
La ola reaccionaria y xenófoba que se está viendo tanto en Europa como en América es un ejemplo. Para el experto, «el ascenso de partidos de derecha y ultraderecha, con muy poco programa político porque no nos dicen nada, por ejemplo, del cambio climático o de otros asuntos, sí dicen en este tema y culpan de todo a las personas migrantes». Y eso, continúa, en parte se debe a que vivimos «un cambio de época». Desde la II Guerra Mundial el mundo ha sufrido muchos cambios, el mundo «ya es multipolar, el gran imperio se ha caído en pedazos y ahora están China, India,... y hay un ascenso enorme del neoliberalismo capitalista que quiere privatizar y desregular, como el tribunal penal, y necesitan un chivo expiatorio que son los migrantes». Aún así, añade, «es una postura hipócrita porque los necesitamos». Giménez señala que la migración no destruye empleo, sino que lo crea. Cita el caso de California, que conoce bien y habla de que su agricultura se ha «mecanizado y mexicalizado», de ahí su éxito. En Europa, en España y en Canarias, debido a la pirámide poblacional cada vez más envejecida también hay una «necesidad» de población migrante. El experto también recuerda que en España ya hay 800.000 menores de 16 años con uno de los progenitores extranjero. «Eso es el futuro de España», dice. «Muchos niños migrantes no ha migrado, han nacido en España. Pero la lógica de la exclusión funciona con el voto electoral».
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.