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El partido que nació para «asaltar el cielo» ha ido descendiendo poco a poco a su propio infierno. En apenas una década, Podemos ha llegado a lo más alto en la representación institucional en Canarias, tanto en la comunidad autónoma como en las administraciones locales, pero se ha ido fracturando a nivel interno.
Una sucesión de abandonos, expulsiones y enfrentamientos deja muchas incertidumbres de cara a las próximas elecciones.
La «baja voluntaria» -según la dirección del partido- del primer teniente de alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Javier Doreste, y la concejala Mercedes Sanz es un episodio más en esta deriva que, aunque ha vivido problemas en todas las islas, siempre ha tenido el epicentro de la disensión en Gran Canaria.
La salida de Doreste no ha sido una sorpresa en la formación morada. Fue uno de los cargos públicos que apoyó a Meri Pita hace unos meses cuando dejó su Grupo Parlamentario en el Congreso para pasar al Grupo Mixto.
De esta manera, Podemos Canarias se quedaba sin sus dos diputados nacionales. El primero fue Alberto Rodríguez, que perdió su acta en octubre del año pasado tras ser condenado por el Tribunal Supremo y sigue pendiente de la decisión del Constitucional.
Cuando abandonó el Congreso, Rodríguez también abandonó Podemos, aunque dejó la puerta abierta a formar parte de otro proyecto «de obediencia canaria».
Un mes antes de la salida de Pita, un grupo de afines a constituía un nuevo partido, Reunir, que tiene como presidenta a una de las personas cercanas a la exdirigente de Podemos -expulsada del partido- y exdiputada nacional, Carmen Valido.
El punto de inflexión en la permanente crisis interna de Podemos se produjo en 2017. Meri Pita decidió dejar la dirección y el partido se convirtió en una olla a presión.
Noemí Santana y el actual viceconsejero de Cultura, Juan Márquez, eran los dos candidatos dispuestos a confluir en la sucesión, pero la aparición de una persona cercana a Pita, Conchi Monzón, entonces diputada en el Parlamento de Canarias, abrió la caja de los truenos.
La partida la ganó Santana, pero ya las heridas eran demasiado evidentes. Hasta el punto de que el enfrentamiento del sector crítico liderado por Pita y el oficial de la actual consejera de Derechos Sociales casi provoca que Podemos no se pudiera presentar a las listas del Parlamento en 2019.
La baja repentina y sin comunicación previa de una quincena de candidatos a pocas horas del cierre de presentación de candidaturas, obligó a la dirección de Santana a una carrera contrarreloj para evitar quedarse fuera de la carrera electoral.
Desde entonces, el pulso no ha cesado. En 2020 Santana dejó la dirección, que quedó en manos de Laura Fuentes, pero la situación interna no ha mejorado.
Aunque los conflictos no han sido ajenos a Podemos en otras islas -como ha sido el caso de los cabildos de Lanzarote y Fuerteventura-, el foco de los enfrentamientos ha estado siempre en Gran Canaria.
Ya después de las elecciones de 2015, la pérdida de confianza de la dirección regional de Pita y de dos de sus consejeros -Juan Manuel Brito y María Nebot- amenazó incluso con alcanzar al Gobierno insular conformado por NC, PSOE y Podemos.
Ylenia Pulido acabó en el partido de Iñigo Errejón y Miguel Montero llegó al Gobierno en el equipo de Noemí Santana como director general de Dependencia.Dimitió en diciembre de 2021.
Esta situación interna trasciende y se refleja en los resultados electorales. En 2019, la formación morada perdió en los comicios autonómicos 56.000 votos y tres diputados de las 133.000 papeletas y siete escaños que obtuvo al Parlamento en 2015. El último sociobarómetro realizado por la Uned este mismo año señala que podrían dejarse entre uno y dos diputados en 2023.
El primer teniente de alcalde y concejal de Urbanismo y Vivienda del Ayuntamiento de la capital grancanaria, Javier Doreste, reiteró ayer su postura de mantenerse en el gobierno tripartito que preside la entidad municipal pese a haber sido expulsado de Podemos junto a su compañera Mercedes Sanz, noticia que transcendió públicamente el martes.
«Yo soy miembro de una coalición que se llama Unidas Podemos, el grupo municipal se llama Unidas Podemos, el acta de concejal viene a nombre de Unidas Podemos. Unidas Podemos ni me ha expulsado ni me ha pedido que pase a no adscrito. El que firma el pacto de gobierno del tripartito en el Ayuntamiento es el PSOE, NC y Unidas Podemos.
Por tanto, esto es una anécdota que no tiene nada que ver con la buena marcha ni el mantenimiento de la gobernabilidad» de la ciudad. Así se manifestó al ser cuestionado por los periodistas sobre si atendería la solicitud hecha por la formación morada a la Secretaría del Consistorio en el escrito que le remitió en julio pidiendo su paso a no adscritos.
Doreste señaló que serán «otros» los que tendrán que explicar «por qué lo han hecho público ahora». Añadió que sus «diferencias con la dirección» eran conocidas y «a nadie puede haber cogido por sorpresa. Otra cosa es que se decida en este momento, a 9 meses de las elecciones, arriesgar un gobierno de progreso».
Sobre sus socios de gobierno dijo que «hablamos con el alcalde y con Pedro Quevedo y ellos, mientras se garantice el grupo de gobierno, nos apoyan».
Fuentes autorizadas de Podemos Canarias aseguran que Doreste y Sanz «se dieron de baja voluntaria» el 16 de junio y que «no se les ha expulsado».
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