
Secciones
Servicios
Destacamos
Moussa Traore no ha entrado en el «caso a caso» de los jóvenes migrantes no acompañados que han pedido asilo político en Canarias. Al chico, que ya ha cumplido los 18 años, el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones le ha ofrecido una plaza, en su condición de asilado, en Andalucía, en Sevilla, pero él no quiere ir. Lleva más de año y medio en la isla. Ha aprendido español. Juega en un equipo de fútbol de la isla donde, además, ha hecho amigos. Y este lunes comienza un curso de formación para ser camarero. Pero el rechazo de esta plaza en Sevilla tiene consecuencias. Si la persona asilada no acepta lo que le propone Migraciones sale de lo que llaman la fase que valoración inicial y derivación, esto es, la «primera acogida». Por eso este viernes ha tenido que abandonar el hostal en el que vivía bajo el paraguas de CEAR y se ha visto en la calle.
El joven de la República de Malí, uno de los países más pobres del mundo ocupando el lugar 186 de 191 en el Índice de Desarrollo Humano, llegó a Canarias en cayuco siendo menor de edad por lo que estuvo bajo la tutela del Gobierno de Canarias en un centro de menores en el municipio de Agüimes. En ese proceso pidió asilo político y hoy ya tiene los papeles en regla siendo considerado un refugiado político. Al cumplir la mayoría de edad es el Ministerio de Migraciones quien se ocupa de su caso. En principio se le acoge en un recurso de manera provisional en el Sistema Nacional de Acogida de Solicitantes de Protección Internacional. Por eso Moussa estaba alojado en el Hostal Valencia, en la capital grancanaria.
Antes del traslado a un recurso de CEAR Moussa ya jugaba en el equipo de fútbol de Agüimes. Por eso el joven seguía acudiendo en guagua a la villa a jugar y ver de nuevo a sus amigos.
Ahora Migraciones le ha encontrado un hueco en un centro de Sevilla, las 71 que hay en Canarias están copadas y si no hay plazas en el territorio insular CEAR no puede darle respuesta. El sistema de acogida de refugiados no es «permeable» a situaciones como las de Moussa.
De eso justamente hablaban este jueves tanto el ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, como el presidente de Canarias, Fernando Clavijo, se referían a los 1.008 menores que han pedido asilo en España y que tutela el Ejecutivo regional. Algunos niños y niñas están acogidos en familias isleñas y escolarizados. Otros están a punto de cumplir los 18 años, pero se han arraigado en las islas en las que están acogidos. A ellos, ahora que el Gobierno central se tiene que hacer cargo, como ha dicho el Tribunal Supremo en un auto, se les estudiará su caso en particular para decidir cómo los acoge el sistema.
Fuentes de CEAR reconocen que están teniendo una importante de demanda de solicitud de plazas de «primera acogida» porque, efectivamente, desde los centros de menores se están llevando expedientes de asilo.
El problema añadido es que el sistema está priorizando más esta primera fase de «acogida» que la de la autonomía, donde las personas refugiadas reciben un acompañamiento e incluso algún tipo de ayuda para un alquiler o manutención hasta que pueden valerse por sí mismo.
Moussa tiene permiso de residencia y de trabajo por su condición de refugiado. Pero aún no se mantiene económicamente.
«Yo me quiero quedar aquí», dice el joven al ser preguntado sobre lo que desea. «En Canarias estoy mejor», insiste tras acabar de recoger sus cosas antes de salir al hostal y, de momento, quedarse en la calle. El lunes comienza el curso de camarero. «Yo trabajaría hasta de freganchín», dice Moussa.
La concejala de Vox en el Ayuntamiento de Agüimes Julia María Bocea Miteu se ha interesado por el tema de Moussa. Sabe que el joven encontró en el fútbol «su única vía de escape» y que en el equipo «no solo formó amistades, sino que despertó la preocupación de su entrenador y de los padres de sus compañeros, que vieron de primera mano el abandono institucional al que estaba siendo sometido».
Bocea Miteu lamenta que en esta primera acogida tras cumplir los 18 años Moussa ha estado «sin información, sin formación y sin orientación sobre cómo acceder al mercado laboral o sobre su situación en España, hasta tal punto que el chico no sabía ni si tenía o no residencia y permiso de trabajo. Ni un triste curso de español, ni una información sobre lo que podía o no hacer en España en su situación de refugiado».
Las familias de los jugadores del Agüimes y el entrenados del equipo, dice la concejala, «intentaron ayudar a Moussa», les informaron de que «sería trasladado a un recurso en Sevilla» y que, si alguien no iba a recogerlo, denuncia Bocea, se quedaría en la calle. «Es un chantaje emocional en toda regla, que buscaba cargar la responsabilidad de la expulsión del joven sobre quienes habían mostrado interés en ayudarlo», lamenta la concejala. A su juicio, «el caso de Moussa no es una excepción. Cada año, cientos de jóvenes en su misma situación quedan en el limbo cuando cumplen 18 años, sin acceso a documentación ni herramientas para labrarse un futuro».
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.
Reporta un error en esta noticia
Debido a un error no hemos podido dar de alta tu suscripción.
Por favor, ponte en contacto con Atención al Cliente.
¡Bienvenido a CANARIAS7!
Tu suscripción con Google se ha realizado correctamente, pero ya tenías otra suscripción activa en CANARIAS7.
Déjanos tus datos y nos pondremos en contacto contigo para analizar tu caso
¡Tu suscripción con Google se ha realizado correctamente!
La compra se ha asociado al siguiente email
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.