No temas las dificultades, lo mejor surge de ellas». Rita Levi Montalcini, Premio Nobel de 1986, nos recuerda que los grandes logros nacen de superar obstáculos. Esta idea se enlaza con un tema de actualidad que me permite reflexionar sobre una conquista histórica para Canarias: ... las subvenciones al transporte de mercancías, un logro político del que me siento particularmente orgulloso y cuya génesis me corresponde detallar.
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Recientemente, un titular advertía que estas subvenciones están «de nuevo en tela de juicio». Esto me lleva a hacer un repaso de su origen y, a la vez, abrir una rendición de cuentas hacia mis conciudadanos, tras una carrera política que acaba de culminar con mi dimisión como alcalde de Santa Brígida, en cumplimiento del acuerdo pactado en junio de 2023 entre Unidos por Gran Canaria, Ando Sataute y PSOE.
Mi camino en política comenzó en 1977, tras cuatro años como abogado del Estado en Gran Canaria. Durante las siguientes décadas, participé en 12 elecciones, y desempeñé funciones en todos los niveles de representación política (excepto el europeo): diputado a Cortes (1977-1989), diputado Autonómico (1991-2003), consejero del Cabildo (1989-1991 y 2015-2023), y finalmente, alcalde (2023-2024).
Con cargos destacados en la Unión de Centro Democrático y el Partido Popular, desempeñé responsabilidades como residente Regional, del Parlamento Canario y del Cabildo de Gran Canaria, dividiendo casi equitativamente mis años entre gobierno y oposición. Reconozco que hablar de uno mismo puede parecer excesivo, pero como dijo Unamuno, «soy la persona que tengo más cerca».
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El logro de las subvenciones al transporte de mercancías para Canarias se remonta a mi etapa como diputado en las Cortes. Durante mi trayectoria en la UCD, ocupé puestos clave en Televisión y Radiodifusión, y posteriormente desempeñé el cargo de subsecretario de Presupuesto y Gasto Público en el Ministerio de Hacienda, bajo la dirección de Jaime García Añoveros y el Gobierno de Leopoldo Calvo-Sotelo.
Fue precisamente en este último cargo donde comenzó el reconocimiento presupuestario de una medida fundamental para el desarrollo económico de Canarias, que se consolidó en 1982. Me enorgullece reivindicar este logro como una contribución personal, ya que supuso un hito en la lucha por compensar la lejanía y fragmentación insular, factores que encarecen el acceso a bienes esenciales y afectan la competitividad de nuestras empresas.
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La primera partida presupuestaria destinada a este concepto se incluyó en los Presupuestos Generales del Estado de 1982, con una asignación inicial de aproximadamente 600 millones de pesetas. Este avance fue posible gracias a mis gestiones, en particular al argumento que defendí con firmeza: si ya existía una subvención al transporte de viajeros desde Canarias —vigente desde la época franquista—, era de justicia incorporar una ayuda para el transporte de productos agrícolas e industriales producidos en los archipiélagos. Esta medida no solo respondía a una necesidad económica, sino que también cumplía plenamente con el artículo 138 de la Constitución de 1978, en cuya redacción participé activamente en la Comisión Constitucional. Dicho artículo establece el principio de solidaridad entre las comunidades autónomas y, de manera específica para Canarias, reconoce la necesidad de atender «las circunstancias del hecho insular».
Desde entonces, estas subvenciones han perdurado y evolucionado, hasta alcanzar en la actualidad los 105 millones de euros. No obstante, más allá de la cuantía, lo realmente relevante es el reconocimiento de Canarias como una región ultraperiférica, un estatus avalado por la Unión Europea.
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Sin embargo, me preocupa que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia pueda cuestionar la metodología empleada para determinar los costes del transporte, cuando lo que realmente debería plantearse es un incremento de la subvención. Según Asinca, la ayuda actual no cubre la totalidad del coste efectivo, lo que supone un obstáculo para la competitividad de nuestra economía.
Es fundamental que esta subvención no solo se mantenga, sino que se refuerce, garantizando así el principio de equidad que inspiró su creación y asegurando que Canarias pueda competir en igualdad de condiciones con el resto del territorio nacional.
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Hoy, al reflexionar sobre mi carrera y esta conquista en particular, me reafirmo en el compromiso de rendir cuentas y compartir lecciones de los desafíos superados. Y como la cita inicial sugiere, muchas de las mejores soluciones nacen de las dificultades.
En futuras ocasiones, abordaré otros episodios de mi vida política, como la relevancia de figuras clave, entre ellas José Borrell, cuya aportación fue crucial en asuntos fiscales y económicos para Canarias. Pero por ahora, cierro esta etapa con gratitud por haber servido a mi tierra y con la esperanza de que el diálogo y la acción colectiva sigan dando frutos para nuestra comunidad.
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Concluyo con una reflexión que me hago con frecuencia: ¿Por qué, a nivel nacional, nunca se cuestionan los límites de los fueros vasco y navarro ni sus ventajas económicas y fiscales, mientras que, en el caso de Canarias, siempre surgen dudas y regateos en torno a su Régimen Económico y Fiscal (REF), a pesar de estar reconocido en la Constitución y ahora también en Europa como región ultraperiférica?
Por cierto, sobre ese reconocimiento constitucional de nuestro REF también quiero rendir cuentas. Lo haré en una próxima entrega.
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