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Víctor García, de Agroislas, junto a los alumnos y alumnas que recibieron formación en Senegal sobre agricultura. Todos ellos han recibido un título homologado que les permitirá acceder a puestos de trabajo en su país. C7
El inicio para aprender a caminar

El inicio para aprender a caminar

Estudiantes senegaleses han encontrado en su país una oportunidad para quedarse y encontrar una vida mejor en su tierra, a la que aman. Para muchos de ellos, subirse en una patera «es un fracaso»

Sara Toj

Las Palmas de Gran Canaria

Sábado, 27 de julio 2024, 23:37

Bousso y Fatou, dos mujeres senegalesas de 26 y 35 años respectivamente, pensaron en algún momento de su vida en la posibilidad de dejar su país, emigrar y buscar otra alternativa mejor. Sin embargo, ese pensamiento se disipó tras realizar una formación en costura a través del programa Tierra Firme, financiado por el Gobierno de Canarias. «Ya no pienso en irme, ahora creo que puedo encontrar una oportunidad aquí, en mi país, ya sea trabajando para una empresa o montando mi propio negocio», comenta Bousso.

Ellas forman parte de un grupo de ocho mujeres que, durante tres meses, han aprendido labores y técnicas de costura en el centro GIESolidaire de Confection et Artisanat en una zona ubicada en la periferia de Dakar llamada Pikine. Y su vida ha cambiado. En el caso de Bousso, cuenta que tenía un «pequeño trabajo» en el centro donde realizó la formación. Allí le pedían hacer algunas labores para ganar algo de dinero.

Lo mismo le ocurría a Fatou, que aunque ya iba a clase en el centro donde le han dado la formación, vendía productos por fuera de su casa «a los estudiantes que pasaban por allí».

Ahora se encuentran en la fase de prácticas en la empresa Número Uno, que tiene sede en Senegal. «Yo antes no salía mucho de casa, pero ahora estoy descubriendo cosas nuevas y aprendiendo de otras personas que no formaban parte de mi círculo», narra Bousso. Sentir que comparte Fatou, que reconoce que al principio era «un poco difícil» aprender nuevas técnicas, pero con el tiempo se han convertido «en una familia».

El principio del camino

Los docentes dejan una huella imborrable en sus alumnos, pero también los estudiantes enseñan a sus profesores. Es lo que le ocurrió a Víctor García, ingeniero agrónomo natural de Las Palmas de Gran Canaria y gerente de la empresa Agroislas, y que se ha llevado una lección de vida de Senegal. Él fue uno de los profesores de las tres acciones formativas del programa Tierra Firme. En concreto, se centró en la agricultura. 33 años en el sector le han llevado a vivir todo tipo de experiencias, ya que con su compañía ha impartido formación en países como Ghana y Cabo Verde. Pero las ganas de aprender de los jóvenes a los que impartió clase en Senegal jamás las había visto. «Son gente entregada, que quiere aprender», cuenta García, que no puede olvidar la gran lección que le han dado sus 15 alumnos, a los que dio clase en el Centro de Iniciación y Perfeccionamiento en Técnicas Agrícolas de St.Louis, ubicado en Saint Louis. Cuenta que lo que falta en territorios como este es «el inicio del camino para que después ellos puedan caminar».

Y es que, entre las carencias que pudo detectar entre los hombres y mujeres que fueron seleccionados para recibir la formación, vislumbró falta de conocimiento. «Eran personas que venían de poblados. No sabían cómo cultivar, tampoco qué plantar, ni controlar las plagas, desconocen muchas cosas», apunta García.

Las ideas preconcebidas y los prejuicios imperan muchas veces en las mentes de las personas y de las sociedades que dicen ser más desarrolladas. «Tenemos una imagen muy distorsionada. Estas personas no quieren salir de su país, lo aman. Para ellos embarcarse en una patera es un fracaso», apunta el ingeniero agrónomo, que cuenta que entre sus alumnos lo único que percibía era «ilusión». Además, García expresa que no se esperaba «tantas preguntas y tantas ganas de aprender» entre su alumnado, al que intentó dar en todo momento «esperanza». Resalta que, si de verdad se les quiere ayudar, «hay que transmitirles conocimiento».

El programa Tierra Firme ha comenzado a caminar y, aunque varios de los alumnos aún no han terminado las prácticas, la aceptación «ha sido brutal», comenta García, que traslada que muchos de ellos ya le han pedido que vuelva a impartir formaciones de este calado.

«Creo que para la mayoría esto será un punto de inflexión», opina el docente, que resalta todas las posibilidades que tiene Senegal para su desarrollo. De momento, los estudiantes coinciden en haber vislumbrado un rayo de esperanza.

Un proyecto piloto que avanza hacia la inclusión y la búsqueda de oportunidades

El proyecto piloto Tierra Firme, financiado por el Gobierno de Canarias a través de la Dirección General de Relaciones con África y coordinado por la Cámara de Comercio de España en Senegal ha ofrecido formación, en su primera fase, a 31 ciudadanos y ciudadanas senegaleses en agricultura, turismo y costura. Estos tres sectores fueron elegidos porque «son bastante relevantes en la economía senegalesa y hay muchas empresas asociadas a la cámara que trabajan en estos ámbitos, por lo que es más sencilla la pare de inserción laboral», explica Paula Medina, secretaria general de la Cámara Oficial de Comercio de España en Senegal y coordinadora del Programa Tierra Firme.

Los estudiantes fueron seleccionados a través de los centros de formación del país con los que se colaboró, y sus edades están comprendidas entre los 18 y 30 años. Además, todos los que finalicen el programa recibirán, a su término, un título homologado que les ayudará a poder acceder a puestos de trabajo en su país.

«Cuando comenzamos con el análisis de la situación, detectamos que a muchas empresas les costaba encontrar a personal formado para desempeñar las labores», comenta Medina, que cuenta que entre el alumnado había personas que no tenían ningún tipo de oficio con anterioridad y otros estaban buscando «alguna posibilidad de formación, pero no podían acceder a ella porque no tenían medios».

Lo más interesante del proyecto, como destaca Medina, es que se están atajando «dos problemas al mismo tiempo». Por una parte se generan «oportunidades laborales para la gente joven». En este caso, la coordinadora explica que la falta de alternativas hace que muchos de ellos «cojan un barco para emigrar de manera irregular». Por otro lado, las empresas podrán paliar la carencia de personal formado con la que se están topando en la actualidad. Este último aspecto fue el que llamó la atención de las entidades adheridas a esta fase piloto de la iniciativa (Touba Fruit para la formación en agricultura, Captours y Casamara en turismo y Número Uno en textil), que también están «bastante comprometidas con el tema migratorio».

Medina apunta que el programa está siendo «todo un éxito». Desde las empresas le trasladan que nunca habían visto a alguien «empezar una formación y que haya empezado a trabajar a la semana en la empresa donde hizo las prácticas». Tras el fin de esta fase piloto, se analizarán los resultados, «qué aspectos se pueden mejorar» e incluso se estudiará si se puede expandir «a otros lugares y otras circunstancias», explica la coordinadora del programa.

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