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Ambas fuerzas tendrían una importante bajada de concejales, un fondeadero en el que podría echar las redes el PSOE y dinamitaría uno de los núcleos históricos para Coalición Canaria.
El liderazgo de José Manuel Bermúdez en la capital tinerfeña es indiscutible. Incluso Coalición Canaria tendría mejores, aunque discretos, resultados en votos durante las elecciones. Los nacionalistas pasarían del 24,7% de los votos hasta el 25,8%, lo que vendrían a ser unos 2.000 votos más que en 2015. Sin embargo, esto no tendría una traducción directa en el número de concejales porque pasaría de nueve a unos siete.
Esto, además, tendría como añadido el desplome generalizado que está teniendo el Partido Popular. Los conservadores, que obtuvieron seis concejales gracias al 17,7% de los votos en los anteriores comicios, estarían al borde del precipicio con un descenso hasta el 12,1% de los votos, los que les da en regla electoral entre tres y cuatro concejales.
Así las cosas, las fuerzas que se aliaron para gobernar después de las elecciones de 2015 tendrían problemas para sumar poco más de 10 concejales, algo que ofrece una debilidad extrema en un salón de plenos con capacidad para 27 representantes.
El partido que daría el principal paso adelante sería el PSOE, que podría sumar hasta dos concejales más de los que tiene en la actualidad. Los socialistas, como sucede en Las Palmas de Gran Canaria, arrastran una inercia ascendente que les daría un ascenso de cinco puntos porcentuales en la intención de voto.
En la caída del PP en votos vuelve a pesar la nueva inercia alcista de Ciudadanos. La formación naranja sumaría unos 3.000 votos más de los que consiguió durante las elecciones de 2015, aunque esto le daría para sumar un concejal más como mucho.
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