Todo sobre el Madrid de Almodóvar

Hay que darse prisa. 'Madrid, chica Almodóvar' cierra sus puertas el 20 de octubre. El realizador afeó en el Festival de San Sebastián, donde recibió el Premio Donostia, que el alcalde Martínez-Almeida no se dignara en visitar la muestra estrella de este pasado verano, concebida durante el mandato de Manuela Carmena. Además del estudio individualizado filme a filme, el recorrido sorprende con materiales del archivo personal del cineasta: las libretas de Telefónica donde escribió sus primeros bosquejos de guion, la cámara de Súper 8 que compró con su sueldo de administrativo y sus primeras publicaciones: las fotonovelas en 'El Víbora', los relatos de Patti Diphusa en la revista 'La Luna' y sus autoentrevistas promocionales.

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Almodóvar nunca concibió estudiar en la mítica Escuela Oficial de Cinematografía, que permanecía cerrada por las huelgas. Acaba el instituto y en 1971 se presenta a unas oposiciones en Telefónica, donde trabajará durante 12 años. Se cumple medio siglo de sus primeros cortometrajes, que datan de 1974. Catorce piezas a las que en muchas ocasiones el propio Almodóvar ponía voz durante la proyección: 'Dos putas o historia de amor que termina en boda', 'Sexo va, sexo viene', 'Folle... folle... fólleme Tim!'. Su geografía es la del Madrid de la Movida: la galería de Fernando Vijande, el piso de su gran amiga Blanca Sánchez en la calle Doctor Esquerdo, la mítica casa de las Costus en La Palma (Malasaña)...

«Es muy difícil hacer una película sobre Madrid tolerada para menores», afirmaba entonces el autor de 'Laberinto de pasiones', que por cierto se rodó en la casa-estudio de Pablo Pérez-Mínguez en Monte Esquinza. Sus películas embalsamaron rincones de Madrid que ya no existen, como la desaparecida sala de conciertos Carolina en Bravo Murillo. Otros espacios tienen hoy diferente uso, como el convento de monjas de 'Entre tinieblas', actual sede de UGT en la calle Hortaleza. El inicio del filme desde las alturas de Torres Blancas homenaje el cuadro de Antonio López pintado desde la azotea del edificio concebido por Sáenz de Oiza.

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Almodóvar huye en su cine del Madrid turístico y monumental: La Cibeles solo aparece en una postal en 'Mujeres al borde de un ataque de nervios'. Las más de 5.000 viviendas-colmena del barrio de La Concepción construidas en los años 50 inspiraron '¿Qué he hecho yo para merecer esto?', tragicomedia de la clase obrera y uno de sus títulos más memorables. Para un relato sobre la muerte como 'Átame!' eligió el Viaducto de la calle Segovia, imán de suicidas desde su construcción en 1874, y la Plaza de Toros de las Ventas, el barrio donde el director tiene su productora, El Deseo.

Almodóvar muestra en su cine el Madrid que vive. Chueca pasó de ser el barrio degradado de 'Átame!' al escenario 'cool' que recorren las élites culturales en 'Julieta' casi 30 años después. En la reciente 'Dolor y gloria' recreó en estudio su piso del Paseo del Pintor Rosales, asomado a la Casa de Campo. El chalet que aparece en el filme es su propia casa, a 30 kilómetros al norte de Madrid. Su propia vida nutre la escenografía y localizaciones de sus historias. Si en 'Tacones lejanos' el personaje de Marisa Paredes compra la casa donde nació en la Plaza del Alamillo, la razón no es otra que el viaje de regreso de Extremadura a La Mancha que realizó el padre ya enfermo del director, para morir en el mismo lecho donde vino al mundo.

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Las más de 200 fotografías de 23 películas seleccionadas por el comisario Pedro Sánchez Castrejón (autor de 'Todo sobre mi Madrid. Un paseo por el Madrid de Almodóvar') nos sumergen en el universo almodovariano, donde tienen cabida el Museo Chicote, el VIPS de la Plaza de los Cubos, el cine Doré, la Plaza de Comendadoras, farmacias, porterías y el Cementerio de la Almudena, que aparece en cinco de sus largometrajes. En la misma puerta del Conde Duque se rodó una de las escenas más icónicas de su cine: Carmen Maura regada por un barrendero en una tórrida noche veraniega. Fue en 'La ley del deseo', que homenajeaba a Edward Hopper en una escena en la cafetería Manila de Callao, hoy un Benetton. El mismo pintor estadounidense de la soledad y el aislamiento que resulta fundamental en 'La habitación de al lado'.