El precio de la frontera

Al menos hasta el 7 de octubre, el ministerio de Defensa se negaba en redondo a aportar espacios de acogida a la masiva afluencia de inmigrantes retenidos en el muelle de Arguineguín. Todavía no habían llegado a ese punto las pateras y cayucos que llegaron después, en el mayor episodio vivido en las islas desde la llamada crisis de 2006, cuando más de 31.000 personas alcanzaron la orilla sin nada que perder.

Ahora el recuento supera las 12.000, entre las que han llegado o son rescatadas del océano en 435 embarcaciones especialmente en los dos últimos meses, a un ritmo que pronto multiplicará por diez las cifras del año pasado. El ministro de Migraciones, que cobra por ello, vino a decir entonces que en las Islas había sitio para todos y que sus gestiones con Defensa para ceder instalaciones fueron inútiles. «Infructuosas», fue el eufemismo empleado.

Este sábado, a última hora, el ministerio donde manda Margarita Robles se descolgó con la concesión de los cuarteles del Regimiento Canarias 50 al Ministerio de Migraciones para crear un espacio de acogida de inmigrantes en el corazón de La Isleta, en una operación que no resulta gratuita.

Dada la coincidencia con las protestas masivas en Arguineguín, parece el reconocimiento de un error de bulto, muy semejante a una nueva improvisación para salir del paso ante el creciente hartazgo colectivo que se percibe en las islas.

La cesión del «pleno dominio» de esa parcela a la gestión de Escrivá añade de paso otro contrapie al desarrollo de la capital grancanaria, que esperaba la próxima entrega de los terrenos para modelar un nuevo polo urbanístico en esa zona. De momento, el Ayuntamiento ahora no podrá hacerse con ese suelo ni pagando por él, por mucho dinero que ponga en la mesa. Esa pérdida forma parte del precio a pagar por estar en la frontera.