Cuando yo era joven e iba al campo de fútbol con mi cuadrilla hacíamos vudú. Nos apretábamos en la grada de Las Gaunas, resacosos e ... impacientes, cogíamos una hojita con la alineación del equipo rival y quemábamos con la lumbre de un cigarrillo el rostro del delantero titular. La cara de Ronaldo iba chamuscándose dulcemente entre los humillos de un Ducados y nos hacíamos ilusiones de que le saliera un partido catastrófico, puede que incluso coronado con alguna lesión muscular de difícil diagnóstico. Teníamos mala índole, supongo, pero habíamos perdido la costumbre de rezar y algo había que hacer para empatar el partido.
Esta rutina de quemar y apalear muñecos goza de amplia tradición en España y quizá sea una de nuestras señas de identidad más pintorescas desde las épocas de la Inquisición, cuando los verdugos torturaban en efigie a los judaizantes que no habían podido pillar vivos. Yo creo que el PSOE, en lugar de llevar el asunto a la Fiscalía, debería poner gradas en Ferraz y cobrar la entrada.
Los ciudadanos podríamos asistir a estos espectáculos circenses con el pasmo de los antropólogos del siglo XIX cuando descubrían tribus salvajes de costumbres extravagantes y un poco ridículas. Leo en El Español que una de las participantes en la ordalía es una médium de 23 años que asegura haber vivido ya dos regresiones astrales a la Alemania del Tercer Reich. Se trata de gente, como se ve, de una gran estabilidad mental, capaz de convertir cualquier test psicotécnico en una verbena con farolillos.
A nosotros, por si quieren saberlo, el vudú nos salía regular. Un día nos metió Amunike un gol con el pescuezo.
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.