Hace muchos años, un amigo mío, ferozmente madridista, cuando el Barcelona encajaba alguna impactante derrota iba corriendo al quiosco a comprar el Sport y el ... Mundo Deportivo. Sabía que en ninguna otra parte iba a encontrar denuestos tan salvajes y críticas tan furibundas, con hilarantes y demoledores toques de humor negro. Hacer leña del árbol caído tiene mala fama, pero da mucha risa y no se puede ser buena persona siempre.
Yo, por ejemplo, disfruto mucho viendo a los perdedores en todas las jornadas electorales. Ese ceño medio fruncido, esa fingida resiliencia, ese aire de afectado estoicismo... En la noche de las elecciones generales fueron muy graciosas las caras que ponía Feijóo. Era como si bajo su forzada sonrisa asomara el pujo de un llanto, un rictus entreverado que hasta entonces solo le había visto a Robin Williams en sus mejores interpretaciones.
El domingo, sin embargo, la diversión estaba en Ferraz. Es curioso lo del PSOE: si los resultados son buenos se nos aparece Sánchez en plan pantocrátor, de lo contrario buscan a todo correr al chaval que está pasando el aspirador por las alfombras. El 18F subió al atril una mujer con una entereza admirable, que esbozó una tesis de gran finura analítica: «La izquierda ha subido, pero no ha sido suficiente». Es un bonito modo de decir que entre el Real Madrid y la Balompédica Linense suman catorce Champions.
En estos casos echo de menos que no comparezca Tezanos. Hubiera sido grandioso verlo aparecer en la sede del CIS, con sus barbas patricias y su calva granítica, lanzando reproches a lo Xavi: «¡Según el 'big data', teníamos que haber ganado las elecciones!»
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