![Lo que no es bueno para España](https://s1.ppllstatics.com/canarias7/www/multimedia/201812/22/media/cortadas/636809381713055401_4418186_20181222074619--1248x702.jpg)
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El camino elegido por Pedro Sánchez es el más peligroso para España. Todos los observadores político, incluidos los del PSOE, han situado la debacle en Andalucía en la connivencia del presidente con el independentismo, con su flojera y falta de brío para la defensa de España y de la Constitución frente al chantajes. La minicumbre de y el Consejo de Ministros celebrado en Barcelona no beneficia las expectativas electorales de los socialistas, pero tampoco las de España. Sánchez, con su estrategia, humilla a los españoles que cumplen con la ley, da aire a los independentismo y prolonga en el tiempo y profundiza en la herida abierta en Cataluña. Esto va para largo.
El nuevo escenario de “diálogo” con el Gobierno catalán apuntala la idea de Sánchez de prolongar al máximo la legislatura para ganar tiempo y tratar de rehacer la maltrecha situación en la que quedó el PSOE tras las andaluzas. Hasta hace unos días, en el seno del Gobierno se barajaba convocar elecciones en el mes de marzo. El escenario dibujado por el núcleo duro de Sánchez describía una situación insostenible.
Debilidad máxima del Ejecutivo, falta de apoyo en el Congreso, minoría radical en el Senado, descontrol de las instituciones del Estado, como la Justicia, que ha quedado en manos del PP; desprestigio internacional y radicalización de los independentistas catalanes con chantajes incumplibles, -no por falta de voluntad para saltarse la legalidad por parte del propio Gobierno-, sino por el aislamiento y la debilidad del Ejecutivo. Un escenario que aconseja proseguir con la tramitación de los Presupuestos y en el mes de enero, ante la imposibilidad de aprobarlos, convocar elecciones para el mes de marzo.
Los socialistas son plenamente conscientes de que los independentistas de Puigdemont, la derecha catalana, no son de fiar, que no renunciarán a sus pretensiones y que ejercerán sobre el Gobierno toda la presión necesaria para explotar su debilidad. También son conscientes de que no tienen fuerza, ni autoridad para volver a un 155 consensuado con el PP y Ciudadanos. A pesar de que la derecha española pide su aplicación, las condiciones que impondrán a Sánchez son inasumibles para un partido que ha relajado mucho su ideario territorial y que necesita de los votos de los independentistas y nacionalistas para sobrevivir, ahora en esta coyuntura, y en el futuro, dado el auge del populismo de derechas que ya ha alcanzado a España.
Aún así, ayer, el presidente del Gobierno volvió a ceder ante la derecha independentista catalana, que es la que conduce el proceso; frente a ERC, que permanece un paso por detrás de Torras. ¿Qué es lo que ha cambiado? Nada en el fondo, mucho en la coyuntura. De fondo, en el independentismo catalán, existe una encarnizada lucha de la derecha para no perder el poder, frente a la izquierda, fortalecida por la actitud más tolerante de Ezquerra. Llegar a acuerdos con el Gobierno de Sánchez no es más que una pose interna ante las encuestas que revelan el debilitamiento del sector Puigdemont.
En esta debilidad ha visto Sánchez la posibilidad de fortalecer su posición en Madrid, sin garantía alguna del independentismo de que, finalmente, le ayuden a sacar los presupuestos y superar la barrera de marzo o mayo y llegar al próximo año en el Gobierno. El jueves los independentista daban un voto de confianza a Sánchez aprobado el techo de gasto, primer paso parlamentario en la tramitación presupuestaria.
En el ámbito de la coyuntura fue Pablo Iglesias el que diseñó el camino que sigue Pedro Sánchez en el mismo instante en el que se conocieron los resultados de las elecciones andaluzas. El líder de Podemos vio una oportunidad en el fracaso del PSOE. El ascenso de la ultraderecha y de la derecha, permitirá retomar el difícil pacto de los “censurantes”. Lo ocurrido en Andalucía es el preludio de lo que ocurrirá en el Estado, que la derecha, aún dividida en tres, se unirá para gobernar España. Una posibilidad que aterra al derechista y ultraliberal Torras, acabando con la posibilidad de perpetuarse en el poder catalán.
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