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Hay sectores o actividades que son un termómetro social. Se trata de microcosmos que reflejan lo mejor y lo peor del conjunto. Desde hace bastante ... tiempo, hay dos que sobresalen a la hora de reflejar como si de un espejo se trata toda la podredumbre que nos rodea: la política y el fútbol.
El segundo, denominado el deporte rey por su trascendencia planetaria, ha llegado a unos niveles nauseabundos. Me refiero, por supuesto, a lo que sucede en los despachos y en las altas esferas. En las últimas décadas se ha disparado y diversificado su impacto económico, lo que ha sido como un imán para atraer a todo aquel que no tiene escrúpulos a la hora de robar, trapichear y enriquecerse con un deporte que despierta pasiones.
La pasada semana asistimos a cómo el periódico El Mundo desvelaba que la selección de las sedes españolas para el Mundial de 2030 fue amañada para dejar fuera a Vigo y que entrase San Sebastián. Acabó con la dimisión de la directora de la candidatura, María Tato. Pero todo el que tenga dos dedos de frente sabrá que lo descubierto no es más que la punta del iceberg y si se tira de la manta saldrán muchas más vergüenzas en un cribado que, sin ir más lejos, apostó por algunos proyectos más que por realidades...
Lunin, el sábado, dio voz a lo que todos saben pero no dicen tras el enésimo atraco en favor de su equipo. El mismo que se vio beneficiado con otro asalto en una reciente tanda de penaltis de la Champions. Y es que el negocio lo ha desvirtuado todo. Y lo de María Tato es una anécdota, ya que aquí está metido en el ajo hasta el Tato, y sabemos de qué colores visten...
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