Vergüenza ajena con el Siam Park

Este jueves, el Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) dio el visto bueno a las modificaciones normativas aprobadas por las distintas administraciones públicas para autorizar la construcción del Siam Park de El Veril, en San Bartolomé de Tirajana, un proyecto que nació para dotar a la isla de una infraestructura turística de primer nivel y que, años después, sigue siendo torpedeada por varios empresarios envidiosos que han querido usar la Justicia a su antojo y políticos a los que eso del «interés general» les importa más bien poco. Hasta el momento, la Justicia a su ritmo cansino, ha ido dando la razón siempre a Loro Parque –el promotor del parque acuático–, pero pasan los meses e incluso los años y todavía no se ha podido poner ni siquiera la primera piedra del que puede ser, o mejor dicho, estoy convencido de que será el gran dinamizador de la oferta de ocio del sur de Gran Canaria.

El principal señalado en este cúmulo de despropósitos es el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, que incluso fue reprochado por la Sala de lo Contencioso-administrativo del TSJC el 29 de octubre de 2019 en una sentencia en la que calificó el proceder del consistorio presidido en aquel entonces por Marco Aurelio Pérez en los siguientes términos: «Una mezcla de inacción, entorpecimiento y mala fe» en la tramitación de la licencia solicitada por el promotor para construir el Siam Park. Todo ello porque multiplicaron los expedientes que se tenían que tramitar de forma que cualquiera de los obstáculos –requerimientos sucesivos de subsanación– alzados por la administración, frenaron el trámite del proyecto, abusando en todo momento del mecanismo de la subsanación para dilatar la tramitación del mismo. Trabas burocráticas que nadie entiende ni apoya, puesto que tanto el Gobierno de Canarias, el Cabildo Insular de Gran Canaria como el propio Ayuntamiento sureño con su nuevo equipo de Gobierno y las asociaciones de empresarios, han avalado y destacado la importancia que tiene para Gran Canaria la construcción de una infraestructura de ocio de primer nivel internacional.

La última decisión del TSJC debería sonrojar a más de uno si es que la conciencia les funciona a pleno rendimiento y, de paso, ojalá que provoque una reacción en aquellos técnicos y funcionarios que siguen tramitando la tan dichosa licencia de obra. A este paso y desgraciadamente, acabarán antes la Sagrada Familia que el Siam Park de Gran Canaria y es una lástima que las envidias e intereses particulares, dinamiten el interés general de un destino turístico que demanda ofertas de este tipo.

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