
Toros, paellas y elecciones
José L. Reina
Jueves, 19 de septiembre 2019, 09:29
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José L. Reina
Jueves, 19 de septiembre 2019, 09:29
Uno asiste a la fiesta electoral con una mezcla de sensaciones entre diversión, vergüenza y pena. España se ha convertido en un gran discípulo de la siempre rebelde Italia, que podría estar repitiendo elecciones hasta que Roma volviera a ser capital del imperio.
Diversión porque no me negarán que el espectáculo es propio de una versión low cost de Gran Hermano, pero con los candidatos como protagonistas, y con Pedro Sánchez como el más odiado de la casa. Sánchez debe tener ese complejo que le entra a los gobernantes que han ganado todas las batallas a las que se han enfrentado, y que se acaban creyendo invencibles.
Hace bien en no ceder el poder que piden los ilusos de Podemos, que se creyeron la llave del pacto y puede acabar convirtiéndose en un baúl oxidado en el fondo del mar.
Sánchez se negó a ceder ante las estúpidas peticiones de Iglesias, probablemente el error más importante que cometerá el radical de izquierdas en su corta trayectoria política. Imagino que debe estar pensando, en frío, que cometió un grave error al no aceptar la última oferta que le hicieron los socialistas. Una vez más, la ambición de poder le cegó, y lo más probable es que se quede sin absolutamente nada.
Ahora bien, el papel de Rivera en este proceso es para ponerlo en todas las facultades de Ciencias Políticas como el claro ejemplo de lo que no hay que hacer. Ha demostrado una torpeza de dimensiones épicas, que casi con total probabilidad le costará caro en las elecciones. En una oportunidad histórica, puede que la última, para ocupar un espacio de centro izquierda, el catalán decidió tirar hacia un terreno desconocido, más a la derecha que el PP, más a la izquierda que VOX, cuyo rédito es ridículo.
Su jugada a última hora vendiéndose como el desatascador de la situación, supone un insulto a la inteligencia de un electorado harto que ya no cree en su papel de renovación. El mejor parado, previsiblemente, de esta situación, será Casado, con un claro aroma nostálgico al sistema bipartidista. Sánchez contra Casado, con el apoyo obligado de los otros dos adolescentes con granos que no han sabido madurar.
España, ahora sí, es el país del flamenco, las paellas, las sangrías, los toros... y las elecciones.
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