![Todos contra CC](https://s2.ppllstatics.com/canarias7/www/multimedia/201907/12/media/cortadas/as042110719_5284300_20190712183132--1248x702.jpg)
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No es difícil explicar el tsunami que ha barrido a Coalición de las faz de Canarias. Hay un primer factor, que tiene mucho que ver con la psicología del poder y, en esta última etapa, la personifica Fernando Clavijo. El líder de CC nació y se crió en la creencia de que solo su partido podía mandar en Canarias, de que eran imprescindibles para todos, de que controlaban lo que se mueve y de que nadie les tosería. Creyó que heredaba un legado del que eran propietarios indiscutibles. Que sin ellos, ni los canarios no los chicarreros, entenderían el mundo.
Prescindió de una de las claves de bóveda de la democracia, el hecho de entender el poder como servicio, y su reparto generoso como argamasa de la paz política. Define esta etapa aquella famosa frase a Jesús Morera, consejero de Sanidad del Gobierno de Clavijo en el pacto con los socialistas: «De casa se viene llorado». Fue así como el defenestrado presidente del Gobierno se atrevió al desprecio a sus consejeros y socios, a criticarlos públicamente, a practicar la adulación de los que le seguían en su loca carrera de poder y a engañar y despreciar a los críticos.
Desde este imaginario y modelo de poder no es difícil cruzar la línea de la arrogancia, que fue lo que hizo Clavijo, al que siguió su núcleo duro. Basta analizar la prepotencia y el desparpajo con el que se han conducido en esta etapa los hombres fuertes el régimen, el núcleo duro del clavijismo. La petulancia y altivez del defenestrado presidente del Cabildo de Tenerife. La frialdad y arrogancia de la consejera de Hacienda, Rosa Dávila, convertida en álter ego del presidente. La soberbia y el desdén de Ana Oramas en Madrid o la chulería playera de Barragán, convertido en empleado de Clavijo, con voz pero sin voto en ese núcleo de poder chicharrero. Prepotencia, bravuconería, altanería, impertinencia, desdén, insolencia, desprecios, desplantes, engreimiento, orgullo, chulería, petulancia, jactancia... todo un cúmulo de adjetivos que definen el modo de comportarse de Coalición Canaria en esta última etapa con la que ha logrado el desprecio de todas las fuerzas políticas, incluidas sus aliados naturales, como el PP de Canarias.
Una actitud arrogante que no ha roto ni el hecho de perder absolutamente todo el poder en las islas. El jueves, en el debate de investidura de Ángel Víctor Torres, Fernando Clavijo siguió en las mismas claves. No sólo se mantuvo arrogante con su gestión, todo lo ha hecho bien, sino que amenazó con las viejas mañas de su herencia, con una moción de censura, esa en la que sigue pensando para salvar su propia situación y la de su partido.
Si algo le hace falta a CC es una buena cura de humildad, de esas que proporciona la falta de poder, el banquillo, el desierto de la oposición. Si realmente son una alternativa para Canarias la soledad es un buen momento para recomponer el partido más allá del Boletín Oficial. El gran pecado de esta última etapa de engreimiento del núcleo duro de Coalición ha sido prescindir de la vida orgánica del partido, de la ideología nacionalista, de la formación de militantes y líderes. Todo lo que tenían eran un cascarón dirigido por una legión de enchufados en el Gobierno, del que han cobrado sus sueldos. Una pléyade de interesados y vividores que poco o nada van a aportar en la nueva renovación que ya anuncia Barragán, él que no ha vivido de otra cosa en su vida que no sea la política.
Desde esa arrogancia emprendieron las negociaciones para mantener el gobierno. Por arrogantes tardaron quince días en prescindir de Clavijo para que Cs apoyara el pacto y cuando lo hicieron intentaron que se quedara en el Gobierno como rey en la sombra con la Consejería de Hacienda. Obligados por las circunstancias renunciaron a Clavijo, pero tampoco se querían despedir con humildad. Desde la misma bravuconería, sin calcular su debilidad y con una falta de tacto y pericia política indescriptible, creyendo que nada se les resistía en Canarias, se sentaron con el PP y trataron de hundir a Asier Antona proponiendo a María Australia Navarro para la Presidencia.
Las consecuencias están ahí. Todos contra Coalición Canaria, en toda Canarias. A Clavijo y los suyos se los ha comido la arrogancia. Que no olviden que en política siempre ocurre lo mismo: «A rey muerto rey puesto», aunque en este momento no hay corona que lucir.
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