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El olvido de la canariedad

El olvido de la canariedad

Sábado, 5 de octubre 2019, 20:35

El nacionalismo se ha empeñado a lo largo de estos años en crear estructuras que identifique a Canarias y a la diferencien del Estado. La acción nacionalista se ha centrado en buscar más elementos estructurales diferenciadores frente al resto de comunidades del Estado y más competencias para la autonomía. La lejanía, la ultraperificidad y la insularidad han marcado la hoja de ruta de la Canarias democrática que ha sido asumida como elementos de poder, más que identitarios.

El nuevo Estatuto de Autonomía o el Régimen Económico y Fiscal representan ese afán institucional que, sin duda alguna, ha dado sus frutos, pero que no termina de cuajar como parte de la identidad canaria. La mayoría de los canarios contemplamos estos potentes instrumentos como algo que no forma parte de nuestras vidas, aunque marque nuestro día a día.

Con mayor o menor intensidad se ha desplegado una continua campaña contra Madrid. Su máxima expresión política se ha centrado en el esfuerzo de tener representación en el Congreso y en el Senado, un impulso, que a la vista de los resultados electorales y de los errores, especialmente de Coalición Canaria, ha puesto en peligro ese espacio. Por muchas razones los canarios han dejado de creer que alguien que representa a Canarias le defiende mejor en Madrid que los partidos de obediencia estatal.

Es evidente que acusar a Madrid de todos los males no ha sido suficiente para que los partidos nacionalistas consoliden su estatus político, convenzan a los canarios de su utilidad y penetre en la conciencia colectiva.

El nacionalismo se empeñó también en «canariasar» la economía. Se potenció el crecimiento y la expansión de empresas canarias y de empresarios ejemplares al frente de grandes emporios a base de numerosas ayudas y beneficios fiscales. Poco o nada han concretado su compromiso con lo canario, más allá de crear empleo, sin demasiado éxito vista la precariedad estructural del desempleo en las islas, o alguna fundación con laxos compromisos que no tiene como objetivo principal sostener el acervo canario o el futuro identitario de las islas.

Lo que se ha olvidado el nacionalismo, y parece imperdonable, es de la identidad y su relato. Si hay un hecho diferencial potente en Canarias, hoy más que nunca frente a la globalización, es su gente y su sentimiento de pertenencia a una comunidad en la que existe una cultura y tradición que nos distinguen del resto de los españoles y del mundo.

Más allá de celebrar el día de Canarias, potenciar romerías y la lucha canaria, además de algunas incursiones educativas, el nacionalismo no se ha empeñado en potenciar la crónica del ser canario, de la identidad. Hechos potentes, como la recuperación del legado prehispánico, elevados a la categoría de referentes de la humanidad, pasan desapercibidos como hechos de identidad, quedan en la memoria colectiva canaria como algo ajeno.

Para el nacionalismo y para los canarios, frente a una cultura globalizada que engulle todo lo que toca, es necesario y urgente revitalizar el sentimiento de pertenencia a una comunidad con sus propias peculiaridades de la que nos sintamos orgullosos. Es urgente recuperar la «canariedad» como elemento aglutinador, no sólo político, sino social, de identidad aplastada por la soberbia de un nacionalismo que sólo pensó en el poder y nunca en su propio fracaso.

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