Sordera extrema

Definición de escuchar: «prestar atención a lo que se oye». Simple pero complejo. Y es que lograrlo requiere mucho más que asentir mecánicamente con la cabeza, apuntar dos palabras en una hoja y cerrar el encuentro con la letanía «muchas gracias por su visita». Abrir los oídos cuesta, supone un enorme esfuerzo cuando un gobierno que prefiere enterrar la cabeza a la espera de que el griterío amaine. Pero no cesa: el ruido de la inflación lo envuelve todo mientras transportistas, pescadores, agricultores e industriales chillan desde hace meses ante ministros con sordera extrema.

«¿Hay alguien ahí?», se preguntan los sectores económicos más afectados por el alza del combustible y la electricidad mientras Pedro Sánchez intenta escuchar de Bruselas las soluciones que Portugal, Francia o Italia han encontrado en casa sin necesidad de tirar de sonotone.

Ahora, por fin, la llamada 'excepción ibérica' parece que ha conseguido abrir la trompa de Eustaquio de manera que la presión del aire se equilibrará en el oído medio cuando mañana el Consejo de Ministros apruebe el «importante» paquete de medidas que el presidente lleva anunciando casi un mes. Hay infección en el tímpano pero el 'inmortal' jefe del Gobierno confía en atajar la fiebre sin pagar antibióticos en las encuestas.

Estas ayudas llegan cuando los camioneros cumplen más de 15 días atascando el país con el sonido de su piterío, con fábricas silenciosas por falta de materias primas o almacenes llenos de mercancía que clama por una salida. Se 'escucha' al tejido productivo tras meses de SOS de los pescadores que apagan motores por el precio del diesel, tras más de días y dís con la agricultura alzando la voz por el abuso de los intermediarios, con millones de familias suspirando de forma sonora al recibir la factura de la luz.

Pero esta vez la culpa del escándalo atronador que viene subiendo el volumen desde hace un año no puede cargársela Sánchez a Vox. Es difícil imaginar que la ultraderecha logre infiltrar a cientos de gritones entre los millones de trabajadores que claman por llegar a fin de mes. Al revés, Santiago Abascal se limita a pescar en la aguas turbias que la inmovilidad del Gobierno ha ido emponzoñando y los cantos de sirena de Vox pillan eco gracias a la incapacidad de algunas ministras para oír a los «salvajes», según los definen.

Confundir unos ruidos con otros ha sido el mayor error del Ejecutivo del PSOE y Podemos. Y es que cuesta mucho escuchar sin prestar atención a lo que se oye.