Solidaridad y legalidad

La solidaridad de la que hace gala la izquierda con la inmigración es un valor, pero también lastra decisiones que debe adoptar quien gobierna con realismo. Conciliar principios con gestión eficaz es el reto de quien administra lo público. Prefiero pensar que en el fracaso de la política migratoria en Canarias ha habido falta de previsión e ineficacia a que lo que ha imperado sea una traición de las emociones a la inteligencia.

Ángel Víctor Torres comenzó esta semana a dar muestras de inteligencia para la gobernanza al pedir a la Unión Europea el traslado de inmigrantes para que puedan completar su periplo y llegar a su destino. Es polémico, casi bordea la legalidad pero poco realista. En el fondo se trata de trasladar a otro lugar de Europa la presión migratoria con el argumento, certero, de que Canarias no la puede soportar en solitario, algo que la UE no aceptará fácilmente. Y es que el destinatario de la petición de Torres está equivocado, quizás de forma intencionada, para no molestar más al Gobierno central.

Quien debe comenzar de inmediato el traslado de inmigrantes a centros de internamiento de la península es el Gobierno de Sánchez ante la falta de espacio para albergar el ingente número de personas que se hacinan en espacios vergonzosos, como el muelle de Arguineguín o en complejos turísticos, con el consiguiente daño a la ya depauperada imagen de las islas.

Torres, arriesgando sus buenas relaciones con Madrid, con su partido y con sus socios de Gobierno pidió esta semana la habilitación de espacios militares para albergar a los cientos de inmigrantes que están llegando. Otra solución que debió adoptarse desde el primer momento, ante los primeros indicios de desbordamiento para no llegar a la descontrolada situación que ahora padecemos.

Han habido muchos y gruesos errores en la gestión de esta crisis, el primero, como han señalado los empresarios del Círculo, el fracaso de la diplomacia española que no ha trabajado con los países implicados para frenar a las mafias en origen y acordar la devolución.

El segundo la improvisación. La falta de previsión para tener, de forma rápida, espacios legales y dignos y evitar las vergonzosas imágenes que han dado la vuelta al mundo. Pero si algo ha fallado en toda la cadena de mando es el mal entendido concepto de solidaridad que choca con el miedo y en muchos casos con la legalidad que impone que en este país se entre por la puerta y no por las ventanas.