El hastío hacia los políticos está llegando a alcanzar unas cotas inimaginables y lo que ha sucedido en Valencia ha sido la gota que ha ... colmado el vaso. Muchos de los habituales de esta columna sabrán de sobra mi opinión sobre esa costumbre política de ir de foto en foto a todo lo que se mueva, tenga o no interés, algo que ya cansa.
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La catástrofe de Valencia ha sido un cúmulo de despropósitos, con acciones, frases, gestos y hechos que han desenmascarado a más de uno, pero aquí nadie dimite. El político tiene la increíble capacidad de encontrar excusas a todo, de echar balones fuera, de echarle la culpa al de enfrente o en este caso al de otro partido político, y así nos va. El pueblo valenciano merece respeto y no la imagen que han dado nuestros políticos, con una puesta en escena ridícula y una gestión nefasta.
Días abandonados, en la miseria absoluta, con desaparecidos que a día de hoy no se sabe dónde están. Una semana después ya los valencianos ven la maquinaria y los medios a su disposición, pero lo que ha sucedido no puede quedarse como una mera anécdota de falta de coordinación entre administraciones, se exigen responsabilidades y de forma urgente.
Ahora todos ofrecen ayudas. Que se den una vuelta por la isla de La Palma y experimenten cuánto tardaron en darlas y comprueben cómo a día de hoy todavía hay ciudadanos viviendo en barracones tres años despúes de la erupción del volcán. Valencia está en boca de todos, pero tristemente en unas semanas pasarán a segundo plano, mientras tendrán que mirar al futuro con una incertidumbre enorme y muchos de ellos tras perder a seres queridos. Esto merece una reflexión y la visita de los Reyes, Mazón y Sánchez a la zona cero de la tragedia tiene que provocar un antes y un después.
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A todo le encuentran la excusa del por qué, pero nadie habla claro de la desesperanza e impotencia que produce una situación como la acaecida la pasada semana. La vida diaria es dura, llena de obstáculos y dificultades, pero los políticos viven en un cuento de hadas, con su coche oficial, con un séquito de aduladores alrededor y de foto en foto, pero ya la foto puso a más de uno en su sitio en Valencia, circunstancia que a partir de ahora debe ser valorada.
Resquebrajar estas heridas será duro, pero los representantes del pueblo, que son los políticos, si no están a la altura deben irse de inmediato. La solidaridad es lo que estos días pone los pelos de punta, porque los detalles políticos dan pena.
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