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Cuando a Pedro Sánchez le va mal acude al programa de Jordi Évole. O, al menos, así lo hizo nada más ser destronado en Ferraz ... como secretario general allá por 2016. Entonces acudió a La Sexta y se desahogó contando cosas del poder empresarial y mediático que para un perfil de izquierdas (el que muestra cuando visita a Évole) son incomprensibles. Se ganó entonces el respaldo de la militancia ante Susana Díaz y ahora hace lo propio de cara al electorado con la cita del 23J.

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El programa 'Lo de Évole' no deja de ser una reserva espiritual libre de contaminación dentro de la parrilla televisiva que ofrece La Sexta. Un canal orientado a un público de izquierdas que, en realidad, pertenece a los mismos dueños que lo son de Antena 3. Así el grupo mediático cubre toda la oferta pero, mientras tanto, el electorado progresista se confunde… Las declaraciones de Antonio García Ferreras con el comisario Villarejo sobre la noticia falsa que endosaron a Pablo Iglesias, lo dice todo. Ciertamente, La Sexta no ha sido un apoyo mediático para el Gobierno de coalición de izquierdas; si acaso solo para el PSOE, para una parte del PSOE.

Me temo que Sánchez llega tarde a la descripción mediática que arrojó con Évole. Denunció la enorme desproporción que existe entre los medios de comunicación editorialmente escorados a líneas conservadoras y liberales con respecto a los medios progresistas y de izquierdas. ¿Y lo hace ahora? ¿Y no hizo nada para evitarlo? ¿No estimuló ninguna iniciativa empresarial que ayudase a las concepciones sociológicas de izquierdas? Solo Euskadi y Catalunya disponen de ecosistemas mediáticos propios, lo que les vendrá muy bien en aras de arrostrar un posible Ejecutivo próximo conformado por el PP y el neofascismo de Vox.

Por otro lado, Sánchez no dejó de desenvolverse con respuestas a tenor de los marcos mediáticos que narraba Évole. No fue capaz de contraatacar. Solo trató de defenderse a cuenta de Catalunya, las ministras de Unidas Podemos, EH Bildu… Atrincherado en tu campo nunca ganarás. Aunque eso se traduce en lo de siempre: la crisis del sistema del 78 es la del PSOE y al revés. Y esas circunstancias, hoy por hoy, imponen un margen de maniobra escaso para Ferraz. Es lo que se notó el domingo por la noche en una entrevista que, en verdad, tampoco fue gran cosa.

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Por último, cuando el presentador le preguntó por la causa saharaui, Sánchez se ciñó a responder que España es el que más dona en ayuda humanitaria. De esta forma, intentó excusar el 'volantazo' que propinó al Frente Polisario. Y listo. Como si la cosa no fuera con él por aquello de no inquietar al vecino; un vecino al que, por cierto, no quiso representar como régimen dictatorial y monarquía absolutista. Algún día sabremos a qué se debe el giro de Sánchez a son del Sáhara Occidental. El abandono que ha perpetrado al pueblo saharaui es doloroso e injusto. Aunque para el presidente del Gobierno sea letra pequeña, tanto que si no le pregunta Évole por eso, cae en el olvido. Sánchez fue a otra cosa: a movilizar a sus votantes a un mes de los comicios generales. Y santas pascuas.

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