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La generalidad de las encuestas apunta a una victoria de Alberto Núñez Feijóo. Ahora bien, lo que está en juego no es eso sino la ... posibilidad de que PP y Vox alcancen o no la mayoría absoluta. Y es aquí donde Pedro Sánchez tiene depositada todas sus esperanzas. La cifra mágica de los 176 escaños, la que otorga esa tranquilidad para gobernar, es examinada su potencial sumatoria en todos los sondeos. Cuanto más cerca quede Sánchez de Feijóo y quién sea tercero (Yolanda Díaz o Santiago Abascal) serán los elementos del cóctel para entenderlo todo la noche del recuento.
Eso sí, si le saliera favorable el desenlace a Sánchez, se lo deberá a José Luis Rodríguez Zapatero. El presidente del Gobierno está en ruta por los diferentes de medios de comunicación, afines o no, pero es Zapatero quien mejor está conectando con el electorado progresista y de izquierdas. Y justo lo hace cuando el otro preboste del PSOE, Felipe González, está desparecido en combate e incluso ha formulado sus deseos de una gran coalición a la alemana o cosas por el estilo. El ganador del 82, el líder carismático de chaqueta de pana, no está ayudando a Sánchez. Al contrario. Y ahí se enmarca la alegría con la que Feijóo suelta que votó al PSOE de la primera victoria del 'felipismo' porque creía que era la mejor opción para España. Discursos adaptados a la campaña electoral.
La memoria es selectiva. Y pasada una década ya de la salida de Zapatero de La Moncloa, lo que queda más fresco en la opinión pública es su primer mandato y no la segunda legislatura de la crisis económica y los recortes de mayo de 2010. Zapatero fideliza al votante socialista. Al fin y al cabo, a estas alturas los que votaron a González y Alfonso Guerra representan a otra generación, distante a la que padece los largos efectos de la Gran Recesión de 2008. González atesora una legión de pensionistas. Zapatero espolea a los de mediana edad y jóvenes. Pero solo este último es el que está saliendo a la palestra en aras del rescate a Sánchez.
En el verano de 2000, después de la mayoría absoluta de José María Aznar cosechada en marzo de ese año, el PSOE vivió una cita congresual decisiva en la que, básicamente, Zapatero y José Bono pugnaron por el relevo a Joaquín Almunia, que había dimitido la noche electoral al obtener solo 125 escaños. Hoy Sánchez enseguida firmaría esas 125 actas. Si Bono hubiera vencido a Zapatero, probablemente Mariano Rajoy hubiese ganado a la primera, en 2004. Zapatero fue un revulsivo para la izquierda, hasta que llegó su segundo mandato donde todo se desmoronó. El PSOE encara la campaña electoral mejor de lo que el PP esperaba. Eso no implica que Sánchez gane pero sí conlleva un escenario donde el PP y Vox quizá no sumen o se produzca un empate entre bloques parlamentarios que nos lleve a una repetición electoral. Todos somos conscientes de la degradación del sistema político. Se palpa en la calle. Y este clima social va a proseguir.
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