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Hay espacio en la provincia de Las Palmas para que la izquierda canaria, el nacionalismo, obtenga un escaño al Congreso de los Diputados. Con 45. ... 000 votos estaría, en principio, hecho. Incluso, con 40.000. Todo dependerá del índice de participación. Pero es viable. Tanto como que lo fue en 1979 cuando Unión del Pueblo Canario (UPC) cosechó un acta. La lista entonces la encabezaba Fernando Sagaseta. Por cierto, el mismo (y único) que resultó herido la tarde del 23F al caer sobre su cabeza trozos del techo fruto de las ráfagas perpetradas por los guardias civiles de Tejero y sus conmilitones. Aún hoy se guarda un grato recuerdo de Sagaseta, un orador destacado. La peor pesadilla para José Carlos Mauricio, otrora en las filas del PCE: fue la irrupción de la UPC el factor principal para que el PCE en el archipiélago se estancara.
Es más, en 1979 la circunscripción de Las Palmas repartía 6 actas y UPC lo alcanzó con 38.304 votos. Ahora la magnitud de la circunscripción (escaños en juego) son 8. Es decir, el margen de maniobra actual es mayor al de los comienzos de la Transición por el crecimiento poblacional que ha experimentado desde ese momento las islas orientales. Matemáticamente, por tanto, el acta se abarata.
Antonio Morales y Teodoro Sosa se entregan a la causa. Que los feudos de NC en el sureste y norte de Gran Canaria aporten votos a la plancha encabezaba por Luis Campos. Tener representación en la Cámara Baja te distingue del resto de siglas. Es un plus. Sobre todo, para una formación nacionalista. Por eso uno de los retos principales de NC, todavía por apuntalar, es potenciar la marca; con independencia (y superando) las nomenclaturas locales. Cuanto más fuerte es tu marca (lógica pura de oferta y demanda en el mercado) y resuena diariamente, más fácil para la ciudadanía es identificar sus postulados políticos y, por consiguiente, vote lo mismo en ayuntamientos, cabildos y Parlamento canario que al Congreso de los Diputados y al Senado.
El espacio de NC es transitar, con todos los matices que procedan, por la vía de la izquierda canaria y el nacionalismo. Tal cual. La senda del BNG, EH Bildu y ERC señalan la vía a NC de cara a Madrid y la defensa de la plurinacionalidad del Estado. La suerte del nacionalismo catalán, vasco y gallego, será la del canario. Y todos estos nacionalismos hacen frente al neoespañolismo mesetario que encarna Vox que, por otra parte, no deja de ser una reacción al 'procés' y una derivada del discurso de Felipe VI el 3 de octubre de 2017. De este contexto nace la ultraderecha, la misma que pretende ilegalizar al PNV y demás formaciones que anidan en la periferia del Estado.
El peligro de la recentralización es mayor que nunca. Amenazan el autogobierno isleño. Y sin este no hay reivindicación posible de la identidad canaria. La voz del pueblo canario no será escuchada por la extrema derecha. Por el contrario, para Vox es un obstáculo a erradicar. El neoespañolismo mesetario tiene hambre de venganza y ánimo de revertir el reconocimiento expreso que hace la Constitución de 1978 a la plurinacionalidad del Estado al diferenciar el poder constituyente, negro sobre blanco, entre nacionalidades y regiones. Una clave fundamental de nuestra arquitectura constitucional, sin ella el sistema político no puede constitucionalizarse satisfactoriamente.
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