
Emociones sin partido
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De momento, ha sido Gabriel Rufián el que le ha salido al paso, intentando quitarle galones a la vicepresidenta de cara a la opinión públicaCasi nadie se lee los programas electorales. Ni siquiera los más frikis de la política. Alguno habrá que lo haga, no seré yo quien lo ... niegue, pero pocos más. Lo que impera son las emociones. Y las emociones no son constantes, van y vienen. Ningún estado emocional es permanente. Yolanda Díaz es una emoción. Al menos, así lo será hasta el 23J. Otra cosa es lo que ocurra luego. Si le sale bien la jugada, que será también la de la izquierda en su conjunto, habrá emoción por un tiempo más. Pero si se queda en la oposición, no digamos ya si es por detrás de Vox, no hay organización hoy por hoy para el duro invierno posterior.
Sumar es eso: una confluencia múltiple pos15M. Yolanda Díaz está afiliada al PCE, y es honorable mantener ese carné. Pero no tiene partido. Tiene a su disposición un movimiento ciudadano o cívico, o las dos cosas. Pero un movimiento. Y los movimientos sin emociones, antes o después, decaen. Por tanto, si le sale bien la jugada, el pegamento del poder institucional le permitirá a la gallega proseguir cabalgando la ola emocional. Si no fuera así, más vale que monte un partido a la mayor brevedad posible. O, mejor dicho, a ver si lo logra acaparando a todos los que en el presente la acompañan. Fue aupada como ministra amén de Unidas Podemos, ahora son escasos de estos los que irán en las listas de Sumar.
Si a esto le añadimos la rapidez con la que transcurre todo, el cóctel está hecho. Y tiene un aroma de ingratitud posmoderna. Una gran ministra de Trabajo y Economía Social que, sin embargo, no ensamblaría un partido bajo su liderazgo. En unas semanas saldremos de dudas. Si prosigue de vicepresidenta, aquí paz y después gloria. Si ocupa un escaño en la bancada de la oposición, la izquierda en su conjunto corre el riesgo de ir al diván y tener que reformularse a sí misma. Ella menciona que su proyecto es a ocho años. Aunque las emociones no duran tanto tiempo.
De momento, ha sido Gabriel Rufián el que le ha salido al paso, intentando quitarle galones a la vicepresidenta de cara a la opinión pública. Fuego amigo. Aunque en Cataluña ERC y la marca de Unidas Podemos se disputan idéntico espacio electoral, o muy similar. El problema de ERC es que la esfera sociológica independentista observa una especie de dejadez en ERC que conlleva el llamado exilio de Carles Puigdemont, aislado y no auxiliado. ERC tiene un doble perfil: independentista y de izquierdas.
Puede ir modulando uno u otro. Hacer posibilismo. Y puede interpretarlo de este modo porque tiene partido; con mejores o peores resultados electorales, pero dispone de una organización. Yolanda Díaz no atesora organización, ni tiene interés por ello. Es verdad que los partidos están mal vistos en la sociedad, no están de moda. Pero son necesarios. Se habla en la calle de momento trascendente. Y lo es. En democracia, desde la Transición, no habíamos tenido la amenaza neofascista tan patente. Un peligro que, pase lo que pase el 23J, habrá que seguir combatiendo democráticamente a la jornada siguiente.
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