Las decisiones adoptadas por los presidentes de Rusia y Estados Unidos, Vladimir Putin y Donald Trump, han abierto un nuevo periodo en la historia de ... la humanidad. Se sabe cómo ha comenzado este nuevo capítulo, pero desconocemos cuál será su desenlace final.

Publicidad

En efecto, la invasión de Ucrania por parte de Rusia, en febrero del año 2022, encendió todas las alarmas en Europa, especialmente en los países del Este. Fruto de la constancia y la lucha del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, Europa y el entonces presidente americano Joe Biden reaccionaron prestando 'ayuda controlada' al pueblo ucraniano, en su lucha desigual con los rusos. El apoyo de Occidente a Ucrania ha ayudado a prolongar la guerra durante tres años y a recuperar parte del territorio invadido por los rusos.

Sorprendentemente, los primeros pasos dados por el renacido Donald Trump apuntan hacia una mejor sintonía con Putin que con Zelenski, lo mismo que a un compromiso inferior en la defensa de los valores que representa Europa, como ha venido siendo tradicional.

La menor implicación de Estados Unidos en la defensa de los valores que representa Europa obliga a la UE y el Reino Unido a mejorar sus mecanismos de defensa y seguridad. No obstante, este procedimiento, entendido como instrumento adecuado para garantizar la paz, la democracia y el bienestar de la gente, cuesta dinero. Demanda más recursos en los presupuestos.

Publicidad

El debate sobre la asignación de los medios que cada país tiene que aportar para la mejora de la defensa de Europa está abierto e irá subiendo en intensidad, en función de cómo se vayan desarrollando los acontecimientos.

Aunque la percepción que se tiene en España es que estamos lejos de la amenaza potencial, circunscrita por ahora más hacia el Este, no es menos cierto que necesitamos una fuerza europea que nos proteja también en el flanco sur. En definitiva, Europa precisa disponer de una defensa propia, que vele por la seguridad de todos.

Publicidad

En España, durante mucho tiempo, la lucha contra el terrorismo y la política exterior eran considerados asuntos de Estado y, por lo tanto, concitaban grandes acuerdos entre los principales partidos. La decisión unilateral del entonces presidente José María Aznar, de colaborar con las fuerzas de la coalición que invadió Irak, marcó un nuevo rumbo a la hora de fijar posición con respecto a los asuntos externos que pudieran afectarnos.

El esfuerzo económico que tiene que hacer España para sostener la nueva estructura de defensa de Europa, siendo la cuarta potencia del continente, resulta muy importante. Pero, de dónde saldrá el dinero. ¿De ajustes presupuestarios con modificación a la baja de las partidas de gasto social? ¿De un mayor endeudamiento? ¿Del incremento de los impuestos?

Publicidad

Verdaderamente, el presidente Pedro Sánchez no lo tiene fácil a la hora de presentar una propuesta que cuente con los apoyos necesarios, tanto de sus socios de la coalición de gobierno como de quienes lo hacen en el Parlamento.

La renuncia que se vislumbra a presentar los Presupuestos Generales del Estado acorta los márgenes del Gobierno para encajar un gasto como el que se demanda para el proyecto de defensa de Europa.

En circunstancias normales, la situación política que se vive en España nos abocaría a la convocatoria de elecciones anticipadas. Pero Sánchez ha superado otras situaciones inverosímiles y habrá que ver, en su caso, con qué nos vuelve a sorprender.

Publicidad

Sin presupuestos. Atrapado por Puigdemont. Aguantando un pulso permanente en el Gobierno con Sumar. Sosteniendo un equilibrio exigente con Esquerra y Junts. Exigido por el PNV y Bildu. Distanciado de Podemos… No obstante, todos están encantados de haberse conocido y prefieren mantener a Sánchez que correr el riesgo de unas elecciones que pueda reducirles, drásticamente, el protagonismo del que están gozando.

Conocedor de ello, Sánchez juega y juega. Todos amenazan, pero ninguno dará el paso de romper.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Regístrate de forma gratuita

Publicidad