Vea la portada de CANARIAS7 de este domingo 9 de febrero

La fractura que se está fraguando en Nueva Canarias-Bloque Canarista no le viene nada bien al nacionalismo isleño y perjudica a Canarias. El trato colonial, el abandono y los continuos desaires del Gobierno de España presidido por Felipe González provocó, tiempo atrás, la unión ... de quienes sentíamos Canarias por encima de todo, con el fin de darle fuerza política a las Islas y exigir respeto a nuestro pueblo.

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En el mes de abril de 1993, las Agrupaciones Independientes de Canarias (AIC), Izquierda Nacionalista Canaria (INC), Asamblea Majorera (AM), el Partido Nacionalista Canario (PNC) y el Centro Canario Nacionalista (CCN) unieron sus fuerzas para crear Coalición Canaria (CC), inicialmente como una coalición de partidos y, con posterioridad, en 1998, como partido único.

La generosidad de los líderes de dichas formaciones autóctonas uniéndose en un mismo proyecto, junto a las matemáticas parlamentarias, posibilitaron que Canarias gozara de más peso político, obteniendo la mayor influencia de toda su historia para la toma de decisiones sobre asuntos que afectaban a las Islas.

La unidad del nacionalismo canario irrumpió en Madrid, en 1994, con grupos parlamentarios propios, tanto en el Congreso como en el Senado, alcanzando su máxima capacidad de influencia y notoriedad tras las Elecciones Generales de marzo de 1996. Tanto fue así que la composición del Congreso de los Diputados otorgó un papel decisivo a los cuatro diputados de CC para garantizar la gobernabilidad de España. Jugamos en la misma liga en la que participaban vascos y catalanes. Canarias disfrutó como nunca antes de notoriedad e influencia en decisiones de Estado.

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Sin embargo, a partir de 2005, como consecuencia de errores personales y estratégicos, la unidad de los nacionalistas canarios empezó a debilitarse y el resultado permanece ahí. A fecha de hoy, una sola diputada le da voz en Madrid a los problemas diferenciados que tienen las Islas, mientras que, en similares condiciones de población y representación, los vascos cuentan con diez parlamentarios nacionalistas defendiendo a su tierra en el Congreso.

Por todo ello, los movimientos rupturistas producidos en el espacio que representa Nueva Canarias-Bloque Canarista suponen un paso atrás. Pese a que los dos bandos que han iniciado el camino de separación de sus destinos –Nueva Canarias y el de los grupos municipales liderados por Teodoro Sosa– expresan sin paliativos su disposición para llegar a acuerdos que les permitan confluir juntos a las próximas Elecciones Generales, resulta evidente ese paso atrás para la construcción de una gran alianza que otorgue a Canarias voz y fuerza en Madrid.

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Sin embargo, el programa electoral, o sea, el catálogo de las reivindicaciones isleñas ante el Gobierno de España, es muy fácil de conciliar. La llamada Agenda Canaria aglutina prácticamente todos los asuntos que reclamamos al Estado. En su identificación es sencillo alcanzar un gran acuerdo, incluso con fuerzas políticas estatales. El asunto es alinearlos para su defensa ante Madrid.

Pero para concurrir a unas Elecciones Generales con la energía y convicción necesarias, anteponiendo los intereses del Archipiélago a los de fuera, esa fuerza debe nacer desde abajo. Desde los municipios. Desde lo local. Solo de esa manera, con el vigor y la convicción adquirida desde el municipio, será posible favorecer un movimiento contagioso y de autoestima que vuelva a situar a Canarias en condiciones similares a las que gozan vascos o catalanes. De ahí la necesidad de contar con grupo parlamentario propio.

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La suma de esfuerzos y la unidad para defender Canarias tiene que arrancar desde los municipios. La falta de entendimiento que se está produciendo dentro del espacio representado por Nueva Canarias-Bloque Canarista no es una buena noticia.

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