Como en noviembre

Esto es como de lo de noviembre... y pasará el tiempo y nadie asumirá responsabilidad alguna. Cuando digo noviembre, me refiero a aquel episodio en que alguien decidió sacar del campamento habilitado en el muelle de Arguineguín a 200 inmigrantes y los abandonó a su suerte. Acabaron en la plaza de La Feria y allí acudieron raudos y veloces ciudadanos anónimos a atenderles, darles comida y agua. Ahora sucede tres cuartos de lo mismo en el campamento instalado en instalaciones del Canarias 50, en La Isleta, y medio centenar de inmigrantes acaban vagando por las calles, ven frustrado su intento de montar un campamento en El Confital y al final son acogidos por un sacerdote que aplica los principios cristianos.

Se trata de dos episodios con circunstancias diferentes pero donde el problema es el mismo: el modelo de atención a los inmigrantes. Porque recordemos cuáles son los pasos: 1) se les envía a campamentos mientras la autoridad decide si van a ser repatriados ipso facto o si se facilitará que continúen hacia la península y, por tanto, hacia el resto del continente europeo; 2) en los campamentos son atendidos por ONG que, como se está viendo, no están del todo preparadas para garantizar el orden entre unas personas que ya empiezan a cansarse del limbo en que se encuentran. Hombres y mujeres que, además, temen ser devueltos a sus lugares de origen, porque entonces se acaban sus expectativas de mejora económica y también las de los suyos, que quedaron en sus países esperando unas remesas de dinero que los emigrantes no pueden mandar, pues se les deja fuera del mercado; 3) cuando incumplen las normas de 'convivencia', se les expulsa y quedan abandonados a vivir como puedan y entonces se da la paradoja de que ni la Delegación del Gobierno se ocupa de ellos ni, como se ha visto en la capital grancanaria, el Ayuntamiento. Tan solo lo hacen para perseguirlos si deciden instalarse en El Confital pero no hay el mismo interés en ubicarlos en algún lugar estable o en resolver el gran problema: o repatriación o derivación.

Lo siento por Cruz Roja pero el daño que se está haciendo a sí mismo y a la entrega de sus miembros empieza a ser preocupante. No fue de recibo lo que pasó en noviembre en Arguineguín y tampoco lo es lo que sucede en este caso con personas acogidas en el Canarias 50. Y lo siento también por Cruz Roja porque está consiguiendo, seguramente sin quererlo, que otras ONG la miren con recelo. De las instancias oficiales ya ni hablo porque me faltan las palabras...