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Este eclipse lunar, estimado lector, viene a ser otro más de los encantamientos, hechizos y seducciones brindados por Natura únicamente de cuando en cuando y ... al golpito. Así evita -sabia decisión- que monotonías y perennes cotidianidades anulen o disimulen donosuras, bellezas y donaires, voz esta última ya no solo largamente centenaria sino -incluso- casi milenaria en nuestra literatura.
Así, Juan Ruiz, arcipreste de Hita, la emplea en el segundo verso de la estrofa 653 (la transcribo literalmente) incluida en 'Libro de Buen Amor' (siglo XIV). Es el impacto-sorpresa que una dama produce en don Melón, protagonista de tan inmortal y extraordinaria obra: '¡Ay Dios, y quán fermosa viene doña Endrina por la plaça! / ¡Qué talle, qué donayre, qué alto cuello de garça! / ¡Qué cabellos, qué boquilla, qué color, que buenandança! / Con saetas de amor fiere quando los sus oios alça' (estrofa 653). (El desarreto fue total: doscientas treinta y ocho estrofas más adelante, 'Doña Endrina e don Melón en uno casados son'.)
¿Y a qué se debe, preguntará usted, la referencia al arcipreste en este artículo de opinión cuyo título incluye la palabra 'eclipse', es decir, 'ocultación transitoria total o parcial de un astro por interposición de otro cuerpo celeste'? ¿Por qué no figura el retrato de Juan Ruiz y sí una foto de un eclipse total lunar, fenómeno astronómico este debido a la colocación de la Tierra entre la Luna y el Sol? Pues sí hay, lector, justificación para su entrada por dos razones: la primera, literaria; la segunda, lingüística. Veamos.
En el primer caso, el literario, se trata de otra estrofa incluida en la citada obra. El segundo, lingüístico, entronca con la parte léxica, es decir, está relacionado con uno de los significados correspondientes a la palabra. Así, leemos en la estructura lo siguiente: 'Los antiguos astrólogos disen en la sçiençia / de la astrología una buena sabiençia, / qu'el omen quando nasçe luego en su nasçençia / el signo en que nasçe le jusgan por sentençia' (transcripción literal de la número 123 a partir de la edición de biblioteca virtual Miguel de Cervantes). Y en el glosario académico, Diccionario, la segunda acepción de la voz 'eclipse' es 'ensombrecimiento o deslucimiento de una persona o cosa, o de su importancia'.
(Permítame romper el hilo conductor a través de la digresión o rodeo para introducir una aclaración referente a la métrica: en general, el cuerpo de la obra está compuesto de estrofas de cuatro versos alejandrinos, es decir, de catorce sílabas cada uno. Sin embargo hay algunas con versos de dieciséis. Aparentemente se produce discordancia, desajuste o disentimiento debidos acaso a inseguridad o desconocimiento del autor, pero no es así. El poeta, intencionadamente, introduce tal desencaje: busca romper la rigidez impuesta desde el siglo anterior, es decir, pretende -y consigue- dar mayor flexibilidad a la rigurosa medida. Y esta se mantiene incluso en el siglo XX. Me viene a la memoria el primer verso de un poema escrito en la pared del lagunero bodegón La Oficina hasta su derribo: 'En la ciudad vetusta de los Adelantados').
Así pues, nuestra exquisita y sabia lengua me permite la consideración de la voz 'eclipse' como fenómeno natural relacionado con la astronomía (astros, sus movimientos y sus leyes) y el ensombrecimiento, cerrazón o nublamiento de una persona o varias, da igual. Sobre lo primero, un elemental apunte: la influencia de los también llamados cuerpos celestes (estrellas, luceros, planetas, satélites y asteroides son voces sinónimas o afines) sobre aconteceres y el ser humano se remonta al menos a dos mil años antes de Cristo en la antigua Babilonia y Egipto, e invade la literatura. Así, por ejemplo, nada es casual en el Romanticismo: destino, hado, fortuna o suerte, sino ('Don Álvaro o la fuerza del sino', drama español del XIX) están escritos en las estrellas. (El arcipreste recoge la tradición influido por la presencia de la cultura árabe en España desde el siglo octavo.)
En torno a lo segundo (neblina – nublamiento - ensombrecimiento o cerrazón aplicados a los humanos), no hay más que echar un vistazo al panorama que de cuando en cuando ofrece algún organismo administrativo -valga como ejemplo el Parlamento de Canarias- en caso muy concreto. Así, desde varios años atrás, los ciudadanos de a pie aplaudimos y pusimos como modelo de buen hacer y absoluta claridad informativa su transparencia pública en torno a la 'retribución o indemnización fijada para los representantes en Cortes o cámaras legislativas' (en román paladino, dieta) legalmente percibidas por sus señorías.
Pero fue a partir de noviembre del año pasado (eltime.es, 25 febrero 2025) cuando se produjo un '¡quietas las vacas hay, ni un surco más!'. Según el mismo digital, «Esta información se dejó de publicar poco después de que el pasado verano se actualizara el régimen de retribuciones e indemnizaciones […] que supuso una subida del sueldo base, y especialmente de las indemnizaciones».
Para un mayor entendimiento: las tales indemnizaciones cubren gastos de desplazamiento en transporte terrestre, de alojamiento y manutención cuando sus señorías acuden a las sesiones. (Por cierto: no conozco a ningún profesor residente en Las Palmas de Gran Canaria que perciba ayuda económica por desplazarse en guagua durante el lectivo curso académico, día a día, 'ida y volvida', a Maspalomas, Mogán o La Aldea. Sumemos a esto la imposibilidad de encontrar alojamiento en el lugar de destino por una elemental razón de nómina / carísimo alquiler. Por contra -eldiario.es Canarias Ahora- el sueldo medio de un parlamentario en Canarias gira en torno a los 5500 euros mensuales.)
Casualmente, este frenazo informativo coincidió con un titular aparecido en el periódico El Día (Salvador Lachica, Tenerife, 18 julio 2024): 'Los diputados canarios van a ganar 2,5 veces más que el sueldo medio del Archipiélago', afirmación ampliada cinco días después por canarias-semanal.org/ (23.7.24): 'Los diputados canarios han decidido subirse un 9,83%, el sueldo base. un aumento retributivo que se completa con incrementos de más del 40%'.
Ya desde enero de este año los titulares de distintos periódicos canarios se hacen eco de tal despiste informativo. Así, el diario.es (16.1.25): 'El Parlamento canario elimina de su web las dietas de los diputados tras la polémica por su subida'. Y en el mes actual, más de lo mismo: nadie repone la información, ausencia de datos a pesar del interés ciudadano (¿le corresponde por derecho legal?). Valga otro titular mucho más cercano: 'El portal de transparencia de Canarias ha eliminado la información sobre las dietas que cobran los diputados' (newtral.es. 11 de marzo).
¿Vale, entonces, la consideración de 'eclipsadores humanos' referida a quienes no cumplen con tal información, para mí imprescindible en una sociedad democrática? La actividad política actual, confundida por mediocres o interesados como tarea profesional, deja de ser a veces apasionante misión de trabajo por la colectividad. Y es indiscutible, claro, que los miembros de los parlamentos deben ser retribuidos. Pero una cosa es el salario y otra bien distinta la absoluta autonomía de sus señorías para fijar sus nóminas cual si de directivos de empresas privadas se tratara. Lo sorpresivo (aún me queda capacidad para asombros) es el añadido silencio público de las setenta señorías… paralelo al eclipse.
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