No lo digo solo yo, lo dice la ciencia: reírse libera endorfinas, fortalece el sistema inmunológico y reduce el estrés. Pero más allá de la ... biología, la risa nos conecta. Nos hace más cercanos, más humanos. Cuando reímos con alguien, desaparecen las máscaras, las diferencias se diluyen y nos encontramos con lo más simple y puro: la alegría compartida.
Es cierto que el buen humor no soluciona nuestros problemas, pero sí los convierte en una anécdota, en una historia divertida que contarle a los amigos entre risas. Y es que la vida se trata de eso: de reírnos juntos, de nosotros mismos y, a veces, hasta del caos que nos rodea.
¿Qué sería de nosotros sin esos momentos que parecen pequeños pero nos salvan el día? Por ejemplo, ese momento en el que nos llega al móvil un meme justo cuando la rutina nos está aplastando y que nos arranca una carcajada. O un buen chiste, contado mil veces por ese amigo que nunca pierde la gracia. O las risas con las amigas hasta que duele la barriga, recordando anécdotas ridículas. O los compañeros del equipo de fútbol, que convierten aquel penalti fallado en una broma eterna que siempre se recuerda en cada cervecita.
Porque, aunque demasiadas veces nos pongamos serios, todos llevamos un payaso dentro. Esa parte de nosotros que quiere divertirse, que busca reírse del mundo y de uno mismo, que rompe con la seriedad forzada que nos exige la vida. No hay nada más liberador que dejar salir a ese payaso, aunque sea por un rato.
¿Qué sería de nosotros sin esos momentos que parecen pequeños pero nos salvan el día?
Piensa, por ejemplo, en Charles Chaplin, que en plena crisis económica mundial y con un planeta al borde de la guerra, creó películas que sacaron sonrisas a millones de personas. 'Un día sin reír es un día perdido', decía Chaplin, quien entendió que el humor podía ser el refugio en los momentos más oscuros.
O piensa en esa abuela sabia que, con sus bromas sencillas, te hace ver que la vida no es tan grave. Esos momentos nos recuerdan que el humor está por todas partes si sabemos encontrarlo. O en esos padres y madres que, a pesar de estar cansados, siempre encuentran energía para jugar y reír con sus hijos, porque saben que en esos momentos se forjan recuerdos que no tienen precio.
Pensemos en un día difícil: se nos olvidan las llaves dentro de casa, el coche se queda sin gasolina en medio del tráfico, llegamos tarde al trabajo,... Estas situaciones nos ponen al borde de un ataque de nervios… o de risa. ¿Qué cambia entre una reacción y otra? La actitud. En esos momentos puedes enfadarte, gritarle al universo o hacer lo que hacen los sabios: reírte.
¿Cuántas veces hemos convertido un momento incómodo en una anécdota divertida? El café que se derrama justo antes de una reunión, la llamada equivocada en la que acabamos riendo con un desconocido, o ese día en que te vistes con la camiseta al revés y nadie te avisa. Al final, son esos momentos los que nos recuerdan que la perfección es aburrida y que reírse de uno mismo es la mejor forma de reconciliarse con la vida.
El buen humor no es poca cosa. Es un acto de inteligencia emocional, un golpe de creatividad ante la rigidez, una forma de rebelarse contra la negatividad. Por ejemplo, Robin Williams, con su carisma y humor supo tocar corazones en películas como 'El club de los poetas muertos' o 'Patch Adams'. Su lección fue clara: la risa cura el alma, y a veces, reír es la mejor medicina contra el dolor.
Hay quien cree que el buen humor es un don reservado para unos pocos. Pero no es cierto. El humor es una elección consciente, un hábito que se cultiva día a día. Y el secreto está en no tomarte demasiado en serio, en aprender a reírte de ti mismo, de tus errores y tus miedos. Porque cuando lo haces, dejas de ser esclavo de ellos.
Todos hemos pasado por situaciones duras, por discusiones con amigos o familiares que nos hieren, por días en los que todo sale mal. Pero si en esos momentos decidimos aferrarnos al buen humor, la vida pesa menos. La sonrisa se convierte en un acto de rebeldía, en una forma de decir: «No importa lo que pase, voy a seguir adelante con una sonrisa en el rostro».
Porque, aunque demasiadas veces nos pongamos serios, todos llevamos un payaso dentro
El buen humor no solo nos cambia a nosotros; cambia el mundo que nos rodea. Una sonrisa amable puede alegrar el día a un desconocido. Una broma bien intencionada puede calmar una discusión. Una carcajada sincera puede recordarnos que, al final, lo que de verdad importa no son los problemas, sino cómo los enfrentamos.
Piénsalo: no hay diferencia ideológica, política, futbolística, o cultural que no se suavice con una carcajada compartida. La risa nos iguala, nos acerca, nos reconcilia.
Como dijo Antonio Gala, «el humor no es el chiste, es darse cuenta que nada, nada, nada tiene demasiada importancia. El humor es tanto como el amor, una muleta de la vida cuando la vida está convaleciente».
Así que te invito a elegir el buen humor. No como una solución mágica, sino como un estilo de vida. Porque aunque no puedas controlar lo que ocurre a tu alrededor, sí puedes elegir cómo decides vivirlo.
Recuerda, deja salir al payaso que todos llevamos dentro, comparte memes, cuenta chistes, ríe con tus amigos hasta que se te salten las lágrimas. Ríe, aunque el mundo parezca estar en llamas. Sonríe, aunque el camino sea difícil. Porque quizás, solo quizás, la alegría sea la única forma verdadera de resistencia. Ojalá te sirva.
Felices fiestas y recuerdos a los 'cuñaos'.
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