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El pleno de moción de censura de Santa Cruz de Tenerife volvió a dejar claro que para algunos, en política sigue valiendo todo, o al menos lo intentan. Fue una sesión en la que se consumó la caída de Patricia Hernández, aunque viendo como abandonó las casas consistoriales con la cabeza alta, sonriendo y aclamada por la multitud, a buen seguro que dormirá rascada, pero con la conciencia tranquila.
Ha sido solo un año en el que la dirigente socialista apenas ha podido desarrollar sus proyectos, un espacio de tiempo en el que tuvo que lidiar con la calima más nociva de las últimas décadas y una pandemia histórica. Y como dijo en su intervención, mientras estaba gobernando para luchar contra el coronavirus y sus daños colaterales, la otra bancada del pleno estaba conspirando para arrebatarle la alcaldía de la forma más legal, pero a la vez inmoral como es utilizando la figura de una concejala tránsfuga. En esta ocasión, Evelyn Alonso se quiso apuntar a la fiesta del todo vale y traicionó primero al partido Ciudadanos que le dio la oportunidad, luego a los que fueron sus compañeros de proyecto político y, por último pero con mayor importancia, a aquellos vecinos que la colocaron con sus votos en el pleno municipal porque defendía unas ideas y, al final, se alió con el enemigo. Así, sin vaselina.
Por desgracia, esta es la mala política, aquella que carece de valores y ética, la que no discrimina entre ideales y ansias de poder y afronta las crisis existenciales y de principios mirando a otro lado sin querer afrontarlas por cobardía. Y es una pena porque siguen habiendo dirigentes honestos, de todas las ideologías, con ganas de trabajar por el pueblo que le vota, pero con comportamientos como el de ayer de la tropa compuesta por Bermúdez, Alonso y Díaz, es normal que cada día los ciudadanos tengan menos ganas de acudir a la urnas. ¿Para qué? ¿Para votar a un partido en el que luego, su representante apuñala sus ideales con tal de tener poder? Evelyn Alonso cruzó una línea peligrosa y no contenta por ello, encima luego manifestó que iba a seguir desempeñando el cargo (¿remunerado?) de asesora de Ciudadanos en el Parlamento. Con dos...
De Bermúdez y su séquito se puede esperar cualquier cosa, porque el golpe sufrido tras las elecciones por CC fue brutal y más en Tenerife donde les dolió perder toda su cuota de poder. Pero chirría ver cómo sus ahora socios de Gobierno en Santa Cruz son los Populares comandados por Guillermo Díaz, que tuvo que disimular para mostrar afecto por los nacionalistas. El tiempo pondrá las cosas en su lugar, pero corren malos tiempos para la ética política.
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