El influyente libro 'De los delitos y las penas' (1764), de Cesare Beccaria es una imponente crítica al ejercicio del poder. En él reclama, ... por primera vez, la proporcionalidad de las penas al delito, exponiendo en sus páginas, con crudeza, la injusticia de la tortura. Sin su crítica, tal vez seguiríamos sufriendo un código penal salvaje.
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Beccaria escribió su volumen al comienzo de la llamada 'era de la crítica', a la que Inmanuel Kant aportó nada menos que tres volúmenes con la palabra en su título. El resumen es que, sin la crítica, todo permanecería igual.
Sin el espíritu crítico, Darwin no podría haber cuestionado el origen de las especies o Newton jamás se hubiese atrevido a cuestionar las creencias sobre como los planetas y los astros se mantienen sin precipitarse.
La crítica también encumbra o derrumba carreras, inflama o pincha egos, pero, sin ella, no saldríamos del error o no sabríamos si nuestros argumentos han logrado superar la prueba de la veracidad, instancia única que puede aspirar a convencer.
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Por eso, no debe limitarse gratuitamente la expresión de quienes de dedican a las artes, la música o la literatura, la televisión o las redes sociales, pues todo ha de quedar sometido a la crítica, sin que nadie quede a salvo, en particular la religión y el poder, como expresamente señaló Kant.
La crítica, en resumen, es la vía por la que llegamos a la convicción, a la que solo pueden aspirar los mejores argumentos. La alternativa es la violencia, que solo puede aspirar a obligarnos a hacer o no hacer algo, pero jamás a convencernos de que ese hacer o no hacer es justo.
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