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Distintos partidos políticos coinciden estos días en que hay que rearmarse frente al fascismo. La ola trumpista, jaleada por la tecnocracia, así lo aconseja ... . Que en estos momentos las democracias europeas están en peligro es un hecho constable, mas no significa que no tengamos que hacer una autocrítica profunda.
Ciñéndonos a España, hemos visto como, desde la crisis de 2008, los sucesivos gobiernos de Zapatero y Rajoy estrangularon los servicios públicos al tiempo que se salvaba a la banca con un dinero que nunca reintegraron a la ciudadanía. La famosa regla de gasto se impuso a los servicios esenciales. Para paliar el efecto, las administraciones se volcaron con el espectáculo. En Las Palmas de Gran Canaria no tenemos bomberos ni policías locales suficientes para atender a la seguridad ciudadana con solvencia, pero, a cambio, somos tan espléndidos que nos gastamos un millón de euros para que un señor con gafas se suba al escenario.
El concierto de Maluma fue gratis, pero ese gratis lo paga la caja común del Ayuntamiento, de donde sale el dinero para hacer las aceras inexistentes de Almatriche, o para la limpieza de las calles, el arreglo de los baches o la vigilancia para que los árboles no se caigan encima de alguien, lo cual empieza a ser tradición en esta ciudad. Es decir, ese gratis es la barra libre de una cena o el todo incluido de los fines de semana, y en los que la totalidad de lo que se nos ofrece es realidad cerveza barata presentada como si fuese Dom Perignon. Y este timo no es producto ni del fascismo ni de la tecnocracia, sino de los cáncamos y las cáncamas que nos ha tocado sufrir.
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