El pasado mes de febrero el vicepresidente de los Estados Unidos, J.D. Vance, lanzó certeras críticas sobre la situación política en Europa durante su ... intervención en la Conferencia de Seguridad de Múnich. Vance defendió de forma cristalina que la principal amenaza para el continente no proviene de Rusia, sino de su propia deriva interna, alejándose de los principios democráticos y participativos.
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El político norteamericano expresó su preocupación por lo que describió como un retroceso en la libertad de expresión dentro de Europa. Y lo expuso directamente frente a los tecnócratas de Bruselas, los títeres globalistas y todo el sanedrín de la agenda 2030. Para esa endiosada élite, lo importante es 'distraer' la atención del electorado con alocados proyectos alejados de la realidad: la globalización, la paz mundial, la Agenda 2030, la igualdad, el multiculturalismo, la inmigración, la 'huella de carbono', el terrorismo climático, las totalitarias y excluyentes políticas de género y demás cantinelas del viejo catecismo. Incluso tuvo la valentía de acusar a varios gobiernos de cercenar la pluralidad de pensamiento y de tomar medidas represivas contra determinados discursos. Las regulaciones impuestas por la Unión Europea sobre la libertad en las redes sociales son sucios mecanismos para acallar cualquier corriente de opinión disidente.
Se anticipó a lo que acaba de ocurrir en Rumanía, donde estamentos corrompidos, auspiciados por Bruselas y otras entidades supranacionales, han anulado las últimas elecciones, y han prohibido al candidato más votado participar en un nuevo proceso electoral. Porque la democracia es buena, si votas y apoyas a los políticos que se te indican desde arriba. Si no eres obediente, o medio atontado, pues se anulan las elecciones. Vance textualmente lo expuso así: «Si los tribunales pueden anular comicios, entonces debemos preguntarnos si la democracia en Europa sigue siendo auténtica o es solo una apariencia».
Ahora todos los títeres de la Comisión Europea, al son de la flauta de Von der Leyen, alarmados por los crecientes retrocesos de votación que están sufriendo en casi todos los retos electorales, sacan un nuevo conejo de su sucia chistera: el peligro ruso. No es que sobre la pasta, de hecho esos 800 mil millones de euros que se van a gastar en sus lucrativos negocietes, serán a cargo de bonos, es decir aumentando más la deuda. La utilización del 'peligro ruso' como excusa para cometer cualquier tropelía recuerda a tiempos no muy lejanos, cuando la guerra era sanitaria y el enemigo de entonces, inaprensible. Ya las calculadoras están sacando fuego con las comisiones a devengar. No es lo mismo vacunas, o mascarillas, que suculentos misiles.
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Ahora que se está a punto de alcanzar la paz en Ucrania, que hay conversaciones serias después de tantos miles de muertos, los líderes europeos, que no paran en su derrumbe, se empecinan en la guerra. En guerras que nadie quiere, que no se pueden ganar, y a donde nunca mandarían a sus hijos. No están tan locos, tampoco muy cuerdos, pero la caja registradora es potente, y su llamada extremadamente apetecible. Es para pensar en psicosis, cuando la dicharachera primer ministro de Dinamarca defiende que la paz en Ucrania es más peligrosa que prolongar la guerra.
Pero ya que estamos, preguntémonos ¿quién es nuestro enemigo como europeos? ¿El que derrumba nuestras fronteras?. Pues hasta ahora ha sido la propia oligarquía de Bruselas la que ha propiciado la invasión que sufrimos con una política de inmigración demencial. ¿La amenaza es económica? Pues han sido los políticos de la Comisión los que han demolido nuestra economía con las imposiciones del 'pacto verde' que ahogan nuestro sector primario. Las trabas legales han eliminado la industria tecnológica europea, y nos vamos convirtiendo en una especie de parque de atracciones. Para que puedan reflexionar, hace quince años, el dimensionamiento de la economía europea superaba en un 10% al de EE.UU., pero en 2022 era un 23% inferior; el PIB de la Unión Europea ha crecido en este periodo un 21%, frente al 72% de EE.UU. y el 290% de China. Da la impresión, como ocurre con nuestro Gran Timonel en España, que el enemigo lo tenemos bien dentro, y no en las estepas rusas. En términos de política clásica, la oligarquía que en los últimos años ha venido rigiendo las instituciones europeas es un enemigo de los europeos más eficaz que cualquier política extranjera. ¿Quién confiaría en este equipo?
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No paran de insistir en sus mantras, en sus casposos mantras y en sus negocios. Quienes critiquen su poder expansivo serán xenófobos y nacionalistas, quienes critiquen la inmigración masiva, racistas… y quienes critiquen el rearme más explosivo serán considerados aliados de Putin. Es la mejor manera de cerrar suculentos contratos, de esos que nunca se hacen públicos. Una muestra más de la histeria colectiva que promocionan es una antinatural unanimidad de opiniones, consecuencia de un bombardeo mediático brutal, programado para anestesiar mentes y excitar las pasiones. Quien a día de hoy piense que la industria armamentística quiere la paz, que la industria farmacéutica quiere curar a todos los enfermos o que el periodismo busca la verdad, es muy ingenuo. Todos igual, el mensaje sincronizado, lo que suele indicar que nadie piensa en absoluto.
Europa ha perdido porque hace tiempo que se rindió, entre otras cosas, por miedo a decir la verdad. Esto es lo que ganamos: opinión sincronizada y subvencionada, discutible pluralidad, censura institucional, ideologización narcótica, burocratismo paralizante y ministerios del pensamiento único por doquier. Lo que más está menguando es el espíritu crítico. Unos desnortados políticos sin apoyo popular, clamando por la guerra, y el personal pensando en el nuevo estreno de una serie de Netflix.
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Detesto esta Europa de mercachifles y demagogos. Pero sé que Europa será lo que sobreviva a la Unión Europea. En oposición al opaco poder de la Comisión, los europeos vamos a reencontrarnos, solo falta un impulso político común. El comercio y las estructuras son importantes, pero hablo de la Europa de los pueblos, de las naciones con su historia distinta y viva.
Lo políticamente europeo, si fuera posible, surgirá contra la Unión Europea. Contra ella descubriremos una idea de identidad y libertad genuinamente europeas. Pero hasta ese momento, las élites van a continuar planteando un lucrativo clima belicista. La guerra, es otro de sus negocios.
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