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Hasta el pasado 29 de noviembre se celebró en Bakú el COP 29. Es decir la 29ª Conferencia de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, es decir, aquelarre globalista para amplificar relato y negocios. En la línea del timo climático, y todo su persistente y catastrófico catecismo, hubo reiteradas citas al desastre de Valencia. De hecho, se pondrá como ejemplo este evento climático ancestral, llamado secularmente 'gota fría' y que en esta ocasión ha sido gestionado por el estado de manera dolosa y criminal. La muerte y el sufrimiento de muchos son utilizados por los de siempre para aterrar al mundo con ese ente climático que han rebautizado como DANA.
La persistente estrategia de los promotores del fraude climático es siempre la misma: aprovechar sistemáticamente el impacto mediático de fenómenos meteorológicos extremos para ligarlos al calentamiento global. Desde su discutible punto de vista, cuanto mayor sea la tragedia que causan, más beneficiosos resultan a sus intereses. Por eso, nuestro gran timonel, su Sanchidad, ha reiterado tanto en Bakú, como en el Parlamento Nacional que el cambio climático mata. Lo que realmente es asesino, es la incompetencia, el desprecio a la ciudadanía y un ego enfermizo.
Estos globalistas citan a la ciencia de forma tan desenfrenada como carente de sustento. Repiten y repiten que la ciencia soporta el relato, y no hay posibilidad alguna de análisis, divergencia o debate. Esto incluye a políticos inescrupulosos, burócratas globalistas, periodistas indocumentados y apesebrados «expertos» que viven de ello. La ciencia es debate, la ciencia es comparación y contraste, y no esta política de la cancelación para cualquiera que no esté de acuerdo con tanta aseveración catastrofista. La nueva y excluyente religión climática pretende ahogar todo debate científico etiquetando a los críticos como negacionistas peligrosos y expulsando a los científicos disidentes de las instituciones.
Como uno de los últimos botones de muestra, la cadena francesa CNews ha sido multada a instancias del gobierno francés con 20.000€, por emitir las sensatas declaraciones del economista Philippe Herlin, quien denunciaba que la emergencia climática es una excusa, una tapadera, para sustentar la voracidad fiscal de los Estados. Los ejemplos son múltiples. Si quieres prosperar en el mundo
Difícil contener una natural repugnancia al recordar las notas de la Ministra de Igualdad Ana Redondo, en su emblemática reunión gubernamental para 'ayudar' a los miles de afectados de la gota fría en el Levante. «Dogmatismo climático», rezaba la nota de las consignas que esta fanática trasladaba a sus muchachos a propósito de la catástrofe. Y añadía: «Es nuestro momento». ¿Qué neuronas, o qué principios puede tener en la cabeza alguien para pensar que una tragedia con más de doscientos muertos es «nuestro momento»?
«¡Vergüenza, vergüenza!», vociferó un día desde su escaño la misma ministra Redondo en una inolvidable sobreactuación parlamentaria. Vergüenza, en efecto, la de una élite gobernante capaz de toparse con una tragedia humana colosal y ponerla al servicio de sus perversos objetivos. Pero esa otra primera nota: «Dogmatismo climático» resulta absolutamente brutal. ¡Dogmatismo! Es toda una confesión. Han convertido su dogma del factor antropogénico, de que el hombre es el factor decisivo en el cambio climático, y lo han convertido en un determinante factor de poder y de negocio.
Es una evidencia histórica que el cambio climático existe, tan obvio, como que el clima cambia por su propia naturaleza. Hay una serie de ciclos que a posteriori podemos relatar, pero es difícil evaluar con proyección de futuro. Podemos teorizar, eso sí es gratis, pero siempre teniendo presente que la ciencia del clima es una de las más imprecisas: son múltiples y diversos los factores que convergen, y tan difícilmente evaluables a escala humana, que cualquier axioma es necesariamente relativo. Así es la ciencia.
La Organización Meteorológica Mundial, justo antes de ser 'abducida' por las organizaciones supranacionales que nos gobiernan, afirmaba que ningún evento meteorológico puede atribuirse al cambio climático inducido por el hombre. Por lo tanto, atribuir al calentamiento global cada fenómeno meteorológico natural, de un signo y también del contrario, es alterar el método científico y manipular a la ciudadanía.
Resulta necesario cuestionarse si es pertinente la prioridad concedida al clima en las políticas medioambientales. Bajo la presión de las ONG de alto nivel, las políticas elegidas a menudo pasan por alto otros grandes problemas medioambientales que pueden tener mayores consecuencias económicas, sociales y sanitarias que las derivadas de los efectos del cambio climático. Finalmente, el fanatismo ecologista, cada día más alejado de la solidaridad, y convertido en un infame negocio, obstaculiza gravemente medidas que pueden evitar desastres naturales, como nuevamente ha quedado demostrado con la última gota fría de Valencia.
De igual manera que dicen que el dinero llama al dinero, cuando el poder busca algún provecho, siempre se trata de más poder. Es algo inherente a su propia naturaleza. La tendencia dominante es la construcción de instancias de poder transnacionales, que aspiran a estructurar el mundo conforme a un sistema político y económico cada vez más homogéneo, plano y lineal. Es imprescindible hacer sentir al personal que necesitamos estas organizaciones. ¿Cómo desarrollan estas «sensaciones»? . Fomentando la idea de que nos hallamos ante desafíos que superan con mucho las posibilidades de un Estado; desafíos propiamente mundiales. Por ejemplo, una inminente amenaza de orden planetario a causa de… una alarma climática. Amenaza que, por supuesto, podremos contener si todos obedecemos a nuestros salvadores.
Y después está el histriónico caso de España. Aquí tenemos a su Sanchidad. El asunto favorito de Pedro es Pedro. Si hay una catástrofe en Valencia con más de doscientos muertos, convoca una rueda de prensa para anunciar a los españoles que él está bien. Prueba de que nuestro Presidente es eterno, y su propia oposición son sus cómplices. Teresa Ribera ya es Vicepresidente Primera de la Comisión Europea. Justo premio por su gran trabajo ante la gestión de la gota fría, las riadas y las aperturas de las presas que acabaron con más de doscientas personas, miles de vehículos, miles de viviendas y todo un mundo con miles de proyectos y esperanzas. Así es este negocio.
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