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Acabó la campaña electoral. El tiempo para hacer balance de la misma es escaso cuando justo mañana viviremos una jornada de las que vuelve a repartirse el poder institucional estatal y, por lo tanto, tendrá incidencias y arrojará múltiples claves en el sistema de partidos. Es la regla general cuando tocan comicios. Lo peor han sido los debates electorales que han dejado una imagen de degradación que parece que ha venido para quedarse. No es que los encuentros entre Felipe González o José María Aznar fuesen lo mejor, pero todo indica que se ha perdido nivel y eso daña más temprano que tarde las estructuras de la democracia representativa.
Hará más o menos una semana que leí La condición humana del insular (Azulia Editorial, 2018) de Domingo Pérez Minik. Fue una intervención del intelectual tinerfeño donde recoge la sensibilidad, las contrariedades y la esencia del canario unido a su isla y la condición isleña de su territorio. La pronunció aún con Franco vivo, a finales de la década de los años sesenta, y ahora sale a la luz esta edición que es todo un acierto en aras de recuperar el acervo de la canariedad. Rezuma actualidad por los cuatro costados. Debería enviarse un ejemplar a Pedro Sánchez, Pablo Casado, Pablo Iglesias, Albert Rivera e incluso a Santiago Abascal, aunque este último solo contempla la uniformidad laminadora de la organización territorial del Estado. Una lectura pertinente para la jornada de reflexión, porque los políticos asimismo deberían reflexionar. El libro, que se devora en un santiamén, les sería a los candidatos de gran ayuda y entenderían que la distancia de Canarias con respecto a Madrid (a su epicentro político) no es solo kilométrica. Precisamente la mejor manera de entender el archipiélago para un canario es salir de aquí, vivir fuera un tiempo y asumir la perspectiva suficiente para valorar la tierra de uno. Dicen los mayores que con los años le coges más cariño al terruño, a la patria isleña. Pedro Lezcano lo enmarcó con emotividad en uno de los versos de su poema La maleta: Yo por vivir entre los míos hago / lo que sea.
Mañana todos a votar. Que algunos dieron su vida para que podamos ejercer este derecho. Todavía hace falta (y mucho) reivindicar la memoria histórica. Pero este domingo hay que acudir a la cita con las urnas y, sobre todo, que cada uno vote en conciencia lo que desee y estime conveniente. Que luego son cuatro años de legislatura. Y, por supuesto, no vale quedarse en casa y luego quejarse de que las cosas van mal. Y aquellos que mañana salgan elegidos como diputados y senadores por voluntad democrática que no se olviden que se deben a su compromiso con la ciudadanía. En una era de tantas presiones podrá sonar utópico. Pero es peor que estos actúen como si nada cuando, en realidad, llegará un día que acabe el mandato y puede que repitan o no.
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