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Victoriano S. Álamo
Llega de nuevo el próximo jueves. Ya tenemos aquí el Día de Canarias, la festividad donde los isleños tendríamos que celebrar nuestras raíces e identidad. Pero toca, un año más, que algunos pasemos vergüenza. Creo recordar que, el año pasado ya lo dije en este mismo espacio. Soy canario. Me siento canario como el que más. Pero no tengo nada en común con lo que el Gobierno Autónomo del partido de ATI-CC ha diseñado desde hace 30 años en torno a la canariedad.
Celebrar las tradiciones está bien. Conocerlas, aún mejor, entre otras cosas porque permite comprender de dónde venimos, lo que hoy somos y hacia dónde podemos dirigirnos. Pero eso no significa reducir la identidad de este pueblo a la música y a la ropa foclórica –a las que respeto–, a un puñado de actos populistas y rancios –con comida y bebida gratis para captar adeptos en muchos lugares y costeados con dinero público–, y a un acto institucional carísimo, pomposo y carente del más mínimo interés más allá del que despierta entre los galardonados –bueno fuera– y los políticos de ATI-CC –¡cómo no!–, apasionados de este tipo de paparruchadas.
Ser y sentirse canario no es eso. Es mucho más. Significa saber mirar hacia atrás para coger impulso y convertirse en una persona cosmopolita y acorde a la época que le ha tocado vivir. También significa ser consciente de que se es tan canario como ciudadano del mundo, ni inferior ni superior al resto de los habitantes del planeta. Implica ser inquieto y creativo, pero con una vocación universal, como fueron referentes como Benito Pérez Galdós, Manolo Millares, César Manrique, Óscar Domínguez y Blas Cabrera, entre otros muchos. Se trata de una visión que nada tiene que ver con lo que sustenta el nacionalismo cutre, oportunista y sin base que maneja los hilos de esta celebración.
El último ejemplo de que esa canariedad que tanto pregonan es una falacia, tanto en las islas como en Madrid con la diputada que faltó al respeto a los habitantes de las 3.000 viviendas de Sevilla, lo tenemos en la última convocatoria del Gobierno de Canarias para las ayudas a la producción audiovisual para los cineastas locales.
En las bases, tal y como denunció por escrito la Asociación de Cineastas Canarios Microclima y se hizo eco este periódico, la «canariedad» se reduce a una cuestión fiscal. Si has nacido en las islas y te has criado en las mismas, pero, por las razones que sea, has fijado tu residencia fiscal en otro lugar, ya no eres canarios para poder acceder a estas ayudas. Si eres extranjero y fijas tu residencia fiscal en las islas, sí que lo eres. ¡Como para creerse y sentirse indentificado con lo que nos venderán el próximo jueves!
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