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A Néstor Álamo se le ha solido recordar simple, aunque también grandemente, por su magnífico repertorio musical, semilla de la renovada 'canción canaria' del siglo ... XX, o por creaciones como la Casa de Colón, y otras acciones similares, que incidieron enormemente en la identidad cultural insular actual. Sin embargo, ahora que se celebran, con motivo del 119 aniversario de su nacimiento este 27 de febrero, unas jornadas sobre 'Identidades Culturales. Néstor Álamo', promovidas por el Ayuntamiento de Guía y la Fundación Néstor Álamo en el Teatro Hespérides, hay que rememorar a Néstor Álamo como un intelectual vinculado directamente a la búsqueda y definición de la personalidad, del ser y sentir insular, zambulléndose para ello en un torrente de conocimientos que encontró en los libros y los documentos de todos los tiempos, lo que conformó un claro y fecundo intelecto.
Y su relación con los libros recuerda aquello que, en un homenaje al libro y al librero, con motivo del Día del Libro de 1953, apuntó el doctor Gregorio Marañón al decir que «…donde el libro esté, sobra lo superfluo y la retórica se tiñe de inevitable discreción…», al tiempo que destacaba de las bibliotecas como el lugar donde «…el pasado, el presente, el porvenir, todo lo que fue y todo lo que supo su autor; y su vida y la de su tiempo; todo está allí…», recogido este discurso en un magnífico opúsculo que traje hace muchos años de Madrid y que tuve la oportunidad de comentar en varias ocasiones, en su despacho de la calle de La Peregrina, en Triana, con el propio Néstor Álamo (Santa María de Guía 27 de febrero de 1906 – Las Palmas de Gran Canaria 24 de marzo de 1994) quién, por su parte, siempre recordaba como el polifacético humanista grancanario Agustín Millares Torres (Las Palmas de Gran Canaria 1826 - 1896) , en la crónica periodística que redactó a propósito de la inauguración del monumento al gran primer poeta canario Bartolomé Cairasco de Figueroa (Las Palmas de Gran Canaria 1538 - 1610) en junio de 1879, proclamaba, pese a haber sido uno de los promotores de este homenaje, que si el ubicar y descubrir monumentos a personalidades de la historia isleña, especialmente autores de obras impresas, como se daba en este caso, era algo que estaba bien, en realidad y a la larga no serviría para mucho, más bien para nada, si paralelamente no se imprimían o se volvían a editar las obras del festejado.
Néstor Álamo, que fue Cronista Oficial de Gran Canaria, consciente de la trascendencia y alcance de aquella antigua, pero no vieja, ni fuera de actualidad un siglo después, reflexión periodística de Millares Torres, y afianzado en sus propias convicciones, siempre insistió, cuando en más de una ocasión salió el tema a la palestra pública, en que él no quería ni monumentos, ni bustos, ni estatuas, aunque si insistían en hacerle algo estaba convencido que el mejor monumento a su memoria sería la reedición de sus obras.
Hoy la personalidad de Néstor Álamo también se plasma en sus libros. Una biblioteca que conformó poco a poco, a lo largo de toda su existencia, en la que se asomó a todos los amplios conocimientos que engalanaron su saber y su ser intelectual, en alguien que convirtió los libros en una verdadera universidad, pues no tuvo otra oportunidad en la vida que la de ser casi autodidacta a través de libros, documentos y antiguos legajos, dirigido inicialmente por quién el consideró siempre su verdadero maestro, el Lectoral D. José Feo y Ramos, y gracias a los conocimientos de paleografía y de historia que adquirió en su larga etapa en El Museo Canario, por lo que no dudó, cuando llegó la ocasión, de sumarse activamente –todo lo que sus ya largos años le permitieron- a la reivindicación de la creación de una universidad en Gran Canaria, pues no quería que los jóvenes pasaran por lo que él tuvo que pasar para poder acceder a una cultura y una formación superior; y lo vimos en la multitudinaria manifestación del 7 de julio de 1982 y en la magna asamblea del mes de agosto siguiente en el Gabinete Literario.
Y es que el libro fue desde su infancia en Guía una verdadera pasión para Néstor Álamo, que encontró en ellos todo lo que Marañón resaltaba en su discurso libresco de 1953. Una pasión que además supo transmitir a muchísimas personas, una pasión que le permitió afrontar sin desmayo la tarea ardua que afrontó a partir de 1925, durante más de veinte años, en la biblioteca y archivo de El Museo Canario, donde ordena y clasifica no sólo fondos bibliográficos, sino también documentales, algunos de ellos verdaderas claves para la historiografía isleña, como es el caso del 'Archivo de la Inquisición en Canarias', recuperado por Agustín Millares Torres en última instancia, cuando estuvieron a punto de desaparecer definitivamente en la segunda mitad del siglo XIX, y que hasta el momento en que Néstor se ocupa de ellos habían permanecido casi olvidados y no muy bien cuidados.
Por ello hay que destacar también como este contacto diario y minucioso de Néstor Álamo con esas importantes fuentes historiográficas propicia en su formación intelectual y en sus trabajos históricos y literarios una visión más completa y compleja del orbe insular y de sus conexiones exteriores, especialmente atlánticas, que sobrepasa la que hasta el momento se había tenido en las islas. Su intenso, cotidiano y prolongado trabajo sobre estos legajos hizo que años después, por diversos investigadores extranjeros que llegaron a la isla para trabajar sobre estas valiosas fuentes documentales, se le llegará a denominar con cariño y respeto como 'el último mártir de la Inquisición', pues casi perdió la vista a causa de este trabajo sobre los protocolos inquisitoriales.
Mención específica, por mostrarnos las relaciones intelectuales que Néstor Álamo siempre procuró mantener fuera del Archipiélago, tanto con canarios destacados con los que nunca interrumpió su contacto, caso de los insignes profesores Antonio Rumeu de Armas y Antonio de Bethencourt Massieu, entre otros muchos, como con instituciones señeras a las que llegó a estar vinculado directamente, entre ellas la Real Academia Española de la Historia, de la que fue Académico Correspondiente, merece la pena destacar su relación con el editor e intelectual catalán Josep Vergés, fundador de la revista Destino y de la editorial del mismo nombre.
Unas 'Jornadas Identidades Culturales Néstor Álamo' son motivo más que oportuno para rememorar y resaltar el que, quizá, sea uno de los más trascendentes mensajes que dejó a sus paisanos, la necesidad de conocer y construir a partir del conocimiento, de la reflexión intelectual. Y los libros fueron, para él, la antesala de una sociedad del conocimiento que le hubiera hecho muy feliz.
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