Vea la portada de CANARIAS7 de este miércoles 12 de febrero

El devenir del progreso social, educativo y cultural en Canarias tiene momentos, instituciones y personajes que hoy pueden y deben considerarse como verdaderos hitos en ese difícil y, en ocasiones, casi imposible camino. Algo que, por febrero de 1980, me recordaba lo señalado por el ... pensador, ensayista y poeta alemán Hans Magnus Enzensberger, cuando resaltaba, a tenor de lo también acaecido en otros ámbitos, como «los intereses de las masas continúan siendo un campo bastante desconocido, debido al hecho que nadie se ha interesado por ellos, por lo menos en lo que tienen de históricamente nuevos».

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En el acaecer de la historia de la educación en Gran Canaria, muy lento y poco ajustado a los intereses generales, pues ya los ilustrados eran conscientes de como el progreso educativo generalizado contribuiría al de las islas en general, pueden ser hitos señalados, que marcaron un momento, aunque habría que medir su trascendencia real, los esfuerzos del denominado 'tiempo de las luces', allá por la segunda mitad del XVIII, la creación del Colegio San Agustín en 1844, y en funcionamiento hasta 1917, que sirviendo de reivindicación de un sistema educativo quedó, sin embargo, en un ámbito para las élites (aunque de sus aulas surgieran personajes como Pérez Galdós o Fernando León y Castillo), como ocurrió un par de siglos antes con el primer colegio de la isla, el que abrieron los padres Jesuitas el 1 de enero de 1697, así como con el Seminario Conciliar que, durante casi cien años, sirvió como único centro de enseñanza secundaria en Gran Canaria, aunque en su conjunto todos esos centros e iniciativas educativas han pasado a la historia insular como verdaderos hitos de una época, de unas necesidades, de unas aspiraciones.

Sin embargo, y pese a darse en una época en que la formación primaria y secundaria parecía estar bastante presente en el día a día de la población canaria, el gran hito de la historia de la formación en las islas llegará con un proyecto educativo, que fue consciente con la auténtica realidad del analfabetismo en Canarias y con los «intereses de las masas», imprescindible en la época de desarrollo económico al que, en los años sesenta, asistían las islas en ámbitos como el del turismo, los puertos y un despertar industrial importante. Y ese hito pude apuntarlo ya, con motivo del entonces XV Aniversario de su fundación, en un artículo publicado en la inolvidable Revista Aguayro en febrero de 1980, bajo el título de 'Radio ECCA su emisora', pues ya entonces «…la labor de la emisora, centrada en un servicio desinteresado, ha hecho que el pueblo la considere algo suyo, al ser el único objetivo de todo un sistema creado para él». Sesenta años después de su aparición, la marca ECCA es un símbolo no sólo de un sistema de educación prestigioso, de enormes capacidades y consecuente con las necesidades, aspiraciones y realidades de su posible alumnado, bien implantado en Canarias y magníficamente extendido a otras zonas de España y de distintos países de América y de África, sino que es un hito de lo que la educación generalizada y bien entendida ha supuesto, y supone hoy, para el progreso de Canarias, convertida así en verdadera seña de identidad de las islas en la segunda mitad del siglo XX y lo que va del actual, en una institución que los canarios consideran, con enorme orgullo, como algo suyo, incluso por quienes nunca estudiaron a través de ECCA.

Y es que, en 1980, tras quince años de intensa labor, en la que implicó a buena parte de la sociedad isleña, tanto a enseñantes, como a técnicos de comunicación, junto con patrocinadores, asociaciones vecinales y culturales, junto a muchísimas personas de todas las edades, que desinteresadamente colaboraban semanalmente en las más diversas tareas -preparar el material formativo, distribuirlo por toda la isla, acercarse a atender a un alumnado muy disperso, ayudar incluso a personas que necesitaban adquirir un transistor para seguir las clases- ya se percibía como «Radio ECCA se ha acercado, a través de quince años de continua labor, o por lo menos lo intenta a cada nuevo paso -ver informes editados por la secretaría técnica de la emisora-, a la realidad del pueblo con el que trabaja, para ayudar a estas personas a satisfacer unas necesidades que, con los nuevos tiempos y el nuevo contexto social, se han hecho imperiosas. Así, en primer lugar, vemos cómo las exigencias culturales de esta sociedad en evolución son cada vez mayores para una población cuyo índice de juventud va en aumento. Pero no es la simple y pura enseñanza el fin último de la emisora, sino que detrás de todos sus programas nos encontramos con la intención de conseguir una formación integral de la persona», a lo que, entonces, y a través de las décadas siguientes se añadió una intensa labor de difusión y enraizamiento de la cultura propia de Canarias, de su patrimonio histórico, artístico, etnográfico o arquitectónico, abriendo un cauce de conocimiento que, hasta ese momento, había estado muy limitado para la amplia generalidad de la población.

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También esto se percibió en la celebración del veinte aniversario, cuando más de veinte mil personas se concentraron en el Estadio López Socas para dejar constancia, como se dijo entonces, «que el pueblo canario ha sido el artífice principal de este peculiar Centro Educativo». Una jornada en la que quienes fueron sus alumnos hasta ese momento dejaron testimonio de su experiencia y lo que había significado en sus vidas, en un acto que contó con la actuación de Los Sabandeños, que interpretaron su Misa Canaria, en una ceremonia presidida por el Obispo Infantes Florido, y ante el que el afamado periodista y locutor Matías Prats no dudaba en resaltar que «nunca he sentido como ahora, en este momento, un deseo tan vivo, tan intenso, de contribuir de alguna forma, con mi voz y oficio de locutor, a un acto público de tan justa y noble motivación». Expresaba el mismo sentimiento y el mismo deseo que entonces estaba arraigado en el seno de la sociedad canaria, que quería contribuir, en la forma que fuera, a ese gran proyecto que suponía ECCA para el provenir de su tierra y de sus gentes.

Sesenta años después de aquel inolvidable 15 de febrero de 1965, en el que se emitió por las ondas la primera clase, sobran la cifras, las estadísticas, los datos de participación en muy diversas iniciativas, conducentes a la formación integral de su alumnado, pues aunque todo ello es imprescindible para conocer, evaluar y progresar en un sistema educativo refrendado a nivel mundial, para las gentes de Canarias -como de muchos otros lugares de fuera de las Islas- la sola presencia de unas siglas, que son casi una palabra sagrada, 'ECCA', basta para saber que se habla de un verdadero patrimonio, que incluso podría ser declarado por la UNESCO Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, y digo inmaterial pues su presencia, su esencia, sus resultados, trasciende instalaciones, materiales, formas de trabajo o nombres concretos, y se sustenta en las capacidades de cambio y de mejora de la vida de cuantas personas han podido, y podrán en el futuro, acceder a una formación integral como seres humanos, a través de este sistema educativo inventado en Canarias hace sesenta años y consolidado por la propia voluntad y empeño de sus gentes.

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El primer periódico con asiento y continuidad en Gran Canaria tomo por nombre el de 'El Porvenir de Canarias', pues nacía precisamente para ello, para reseñar ese porvenir que la isla buscaba construir entonces, a partir de La Ley de Puertos Francos -su primer número salió a la calle el mismo día en que entró en vigor esta norma, el 10 de octubre de 1852-, la construcción de un gran puerto o la creación de centros educativos como el Colegio San Agustín. El sistema ECCA de enseñanza apareció no sólo como un mero centro de enseñanza básica y media más, con la singularidad de hacerlo a través de una potente emisora de radio -«Desde las altas cumbres del monte Constantino…», como cada día señalaba una locución de Maru Albujar, que se escuchaba en todo el Archipiélago- para combatir las altísimas tasas de analfabetismo que entonces se daban en las islas, sino como un proyecto que buscaba contribuir al progreso de Canarias, en unos años que también fueron cruciales en sus transformaciones socio-económicas.

Hoy ECCA se encamina por las más novedosas vías de comunicación, propias de la sociedad del conocimiento en la que puede y debe tener un papel importante. La radio ha quedado atrás y ECCA.EDU digitalizada, y con las aportaciones de la Inteligencia Artificial, se difunde por las más potentes redes sociales. Un reto ante el que el prestigioso educador Miguel Ujeda invitaba a ECCA.EDU a «ser un agente activo e intervenir para marcar el futuro de lo que queremos que sea la educación». Y con ello, desde la potente realidad actual, se vuelve a los comienzos de ECCA, a lo que es su verdadero espíritu y esencia, la búsqueda del progreso para el conjunto de la población, entendiendo sus verdaderas necesidad y aspiraciones, «por lo menos en lo que tienen de históricamente nuevos» en cada momento y trance que marque su futuro.

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