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Hace 111 años, en el resplandor de la primavera isleña de 1913 y desde los Llanos de Guanarteme, iniciaba la aviación una carrera que pronto ... sería fulgurante y exitosa, hoy debemos decir imprescindible para el futuro y el progreso de las islas. Tanto que, el paso por Gran Canaria del vuelo del Plus Ultra camino de Buenos Aires en enero de 1926, se puede considerar una gesta tan sugerente y trascedente en la historia de las islas, y de la humanidad en su conjunto, como lo fue en su momento el paso de Cristóbal Colón, al abrir no sólo los caminos de América, sino también los del porvenir del devenir humano. Así, no es extraño, como lo describió el poeta Alonso Quesada, en un jugoso artículo titulado 'Un cristiano que vuela', que entonces se entendiera como «un avión volando sobre una ciudad sencilla, donde no han volado aviones, es el más grande motivo pasional».
Y en aquellos vuelos, muy cerca de aquel Bleriot XI, pilotado por Leoncio Garnier, en los terrenos de Guanarteme utilizados para el despegue y aterrizaje con que se bautizó la aviación en Canarias, como luego en los de La Cuesta en Tenerife, como lo recordaba ahora, 111 años después, el general jefe de la Guardia Civil en Canarias, D. Juan Hernández Mosquera, y se constata en unas curiosas fotografías de la época, aparece ya la pareja del Benemérito Cuerpo dando protección y seguridad a aquel novedoso evento, y para atender cualquier contingencia que hubiera podido acontecer.
Una imagen que pronto se repetiría con la ocasión de otros vuelos históricos, como el del 'Raid Larache-Canarias' en 1921, o el ya mencionado del Plus Ultra, así como, poco a poco, en los sucesivos aeródromos que se iban estableciendo en las distintas islas, algunos ya desaparecidos en la actualidad. Se vería en Gando en los años veinte, en Los Rodeos desde 1929, en el de El Guincho, cerca del Médano en Tenerife en 1933, en el viejo aeródromo de Buenavista en La Palma, en 1953-1954, en el de Lanzarote, en la Costa de Guacimeta, en los años cuarenta del siglo pasado, hasta en la apertura, consolidación y desarrollo de los actuales, modernos y potentes aeropuertos en cada isla.
En un siglo largo de historia de la aviación en Canarias la imagen de la Guardia Civil no sólo se ha hecho indisociable de la misma, no sólo por su constante y eficaz presencia cotidiana, sino por las actuaciones destacadas y señeras que ha tenido en muchos y diversos sucesos y acontecimientos de muy distinta índole, incluso mucho más allá de lo que el deber y sus responsabilidades les obligaban. Una presencia que llevaba un espíritu y un sentimiento de humanidad a un ámbito que, por la lógica de su naturaleza, cada vez era más tecnificado.
Esto, y mucho más imposible de resumir en unas pocas líneas, pues son hechos y circunstancias enraizadas en el ser y sentir de la inmensa mayoría de los isleños, como de los millones de foráneos que han visitado las islas en ese período de tiempo, así como el poyo prestado a la compañía desde hace 35 años en todas sus operaciones diarias de transportes interinsulares -tan cotidianas y habituales que una miembro de la benemérita, con gran agudeza y acierto, no dudaba en denominar a estos aviones, que unen puntual y continuamente a todo el Archipiélago, como «la guagua de las islas»-, y ahora con otras capitales de la Península, es quizá lo que ha llevado a la Compañía Binter Canarias a bautizar un nuevo ATR que incorpora a su flota con el honroso nombre de 'Gurdia Civil'.
Un acto entrañable, solemne y sencillo a la vez, como deben ser los actos verdaderamente trascendentes y humanos, en el que el presidente de Binter, D. Rodolfo Núñez, no sólo destacaba todo lo que unía estrechamente a su compañía, como a la aviación isleña en general, a la Guardia Civil, sino que ésta era ya parte indisociable del mismo paisaje isleño, al que se incorporó hace 126 años, a raíz de la R.O. de 1 de julio de 1898 por la que se creaba la Comandancia de la Guardia Civil de Canarias. Y ahora el nombre de la 'Guardia Civil' se une, y transitará cada día orgullosamente por los cielos de estas islas, junto con el de otros que nombres de la cultura y la geografía canaria como Guarapo, Baifo, Gofio, Mojo Picón, Rapadura, Virgen del Pino, Virgen de Candelaria, Virgen de los Reyes, Islas Canarias, La Gomera, Bentayga, La Palma Isla Bonita, La Graciosa, Manolo Vieira o las hermanas islas de Madeira, entre muchos otros que llevan los casi 30 ATR 72 y los 10 Embraer 195-E2 que componen en la actualidad la flota de Binter.
Tenía siempre en la mente la foto de un grupo de guardias civiles con uniforme de gala, en marzo de 1906, en la puerta del Hotel santa Catalina esperando la salida del rey Alfonso XIII y su comitiva, o con traje de diario acompañándole en El Monte Lentiscal. Pero ahora se me queda esa otra imagen de la Guardia Civil junto a los aviones, en los viejos aeródromos y en los grandes aeropuertos actuales, pues es esa imagen que les aúna también a la seguridad y la tranquilidad que siempre ha señalado a estas islas, y las han hecho atractivas ante el mundo entero. Una imagen que ahora estará cada día en la misma arboladura de un avión de Binter, expresando al mundo entero, a través del sentimiento grato de miles de pasajeros, todo lo que la Guardia Civil ha significado y significará siempre en estas islas. Ha sido un bautizo muy significativo y elocuente, pero también, como todo bautizo, un evento muy gozoso y entrañable.
Esto, y mucho más imposible de resumir en unas pocas líneas, pues son hechos y circunstancias enraizadas en el ser y sentir de la inmensa mayoría de los isleños, como de los millones de foráneos que han visitado las islas en ese período de tiempo, así como el poyo prestado a la compañía desde hace 35 años en todas sus operaciones diarias de transportes interinsulares -tan cotidianas y habituales que una miembro de la benemérita, con gran agudeza y acierto, no dudaba en denominar a estos aviones, que unen puntual y continuamente a todo el Archipiélago, como «la guagua de las islas»-, y ahora con otras capitales de la Península, es quizá lo que ha llevado a la Compañía Binter Canarias a bautizar un nuevo ATR que incorpora a su flota con el honroso nombre de 'Gurdia Civil'.
Un acto entrañable, solemne y sencillo a la vez, como deben ser los actos verdaderamente trascendentes y humanos, en el que el presidente de Binter, D. Rodolfo Núñez, no sólo destacaba todo lo que unía estrechamente a su compañía, como a la aviación isleña en general, a la Guardia Civil, sino que ésta era ya parte indisociable del mismo paisaje isleño, al que se incorporó hace 126 años, a raíz de la R.O. de 1 de julio de 1898 por la que se creaba la Comandancia de la Guardia Civil de Canarias. Y ahora el nombre de la 'Guardia Civil' se une, y transitará cada día orgullosamente por los cielos de estas islas, junto con el de otros que nombres de la cultura y la geografía canaria como Guarapo, Baifo, Gofio, Mojo Picón, Rapadura, Virgen del Pino, Virgen de Candelaria, Virgen de los Reyes, Islas Canarias, La Gomera, Bentayga, La Palma Isla Bonita, La Graciosa, Manolo Vieira o las hermanas islas de Madeira, entre muchos otros que llevan los casi 30 ATR 72 y los 10 Embraer 195-E2 que componen en la actualidad la flota de Binter.
Tenía siempre en la mente la foto de un grupo de guardias civiles con uniforme de gala, en marzo de 1906, en la puerta del Hotel santa Catalina esperando la salida del rey Alfonso XIII y su comitiva, o con traje de diario acompañándole en El Monte Lentiscal. Pero ahora se me queda esa otra imagen de la Guardia Civil junto a los aviones, en los viejos aeródromos y en los grandes aeropuertos actuales, pues es esa imagen que les aúna también a la seguridad y la tranquilidad que siempre ha señalado a estas islas, y las han hecho atractivas ante el mundo entero. Una imagen que ahora estará cada día en la misma arboladura de un avión de Binter, expresando al mundo entero, a través del sentimiento grato de miles de pasajeros, todo lo que la Guardia Civil ha significado y significará siempre en estas islas. Ha sido un bautizo muy significativo y elocuente, pero también, como todo bautizo, un evento muy gozoso y entrañable.
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