
AI Pin, pan, pun
El ascenso y caída del dispositivo que quiso matar al smartphone
Director de Tecnología de CANARIAS7 y autor del libro 'Inteligencia Artificial en la experiencia del cliente'
Viernes, 21 de marzo 2025, 23:11
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Director de Tecnología de CANARIAS7 y autor del libro 'Inteligencia Artificial en la experiencia del cliente'
Viernes, 21 de marzo 2025, 23:11
En el vertiginoso mundo de la tecnología, donde cada semana surge un nuevo 'disruptor' destinado a cambiar nuestras vidas para siempre, el AI Pin de ... Humane merece un lugar especial en el panteón de los fracasos espectaculares. Este pequeño dispositivo, no más grande que un broche de solapa -porque eso es exactamente lo que era-, prometía liberarnos de la tiranía de las pantallas y revolucionar nuestra interacción con la tecnología. Spoiler alert: no lo hizo.
Desarrollado por exdirectivos de Apple que presumiblemente sabían lo que hacían, el AI Pin se presentó como el sucesor natural del smartphone. Un dispositivo que se adhería magnéticamente a nuestra ropa y nos permitiría hacer llamadas, enviar correos, tomar fotos y básicamente todo lo que hace un teléfono, pero sin tener que sufrir el terrible inconveniente de... mirarlo.
En su lugar, proyectaría información en la palma de nuestra mano como si fuéramos magos tecnológicos o nos hablaría al oído como un asistente personal omnipresente.
Por el módico precio de 699 dólares más una suscripción mensual, (porque ¿por qué no?), podías ser el orgulloso propietario de un dispositivo que se sobrecalentaba, tenía una batería que duraba lo que un suspiro y funcionaba con la misma fiabilidad que las predicciones meteorológicas a largo plazo. ¡Una ganga!
Cuando salió a la venta en abril de 2024, las críticas no tardaron en llegar. El popular youtuber Marques Brownlee fue lapidario en su reseña: «Es malo en casi todo lo que hace, básicamente, todo el tiempo». Esta no era precisamente la recepción que Humane esperaba para su dispositivo revolucionario.
La realidad golpeó con fuerza cuando, entre mayo y agosto de ese mismo año, se devolvieron más unidades de las que se vendieron. Sí, has leído bien. Más personas decidieron que preferían recuperar su dinero que seguir intentando que ese pequeño broche inteligente hiciera algo útil. De las 100.000 unidades que Humane esperaba vender en su primer año, apenas 7.000 permanecieron en manos de usuarios, probablemente coleccionistas de fracasos tecnológicos o personas que simplemente olvidaron devolverlo.
Lo más irónico de todo este fiasco es que el AI Pin ni siquiera era realmente innovador. Bajo su elegante carcasa se escondía una versión minimizada de Android con un entorno personalizado. Básicamente, era un smartphone extremadamente limitado que habían aplastado hasta convertirlo en un broche y le habían quitado la pantalla, como si esa fuera la característica que todos odiamos de nuestros teléfonos.
Y ahora, el golpe final: HP ha comprado los restos del naufragio por 116 millones de dólares (menos de la mitad de lo que Humane había recaudado de inversores), pero curiosamente no quiso el AI Pin en sí. Solo le interesaban su cartera de más de 300 patentes y la plataforma de inteligencia artificial de la compañía, CosmOS. Es como comprar un coche accidentado solo por sus neumáticos.
Desde el 28 de febrero de 2025, los servidores se han ido apagando y los AI Pin restantes se convertirán oficialmente en caros pisapapeles. Sus propietarios ni siquiera podrán conservarlos como recuerdo funcional, ya que el dispositivo depende completamente de la nube para funcionar. Es la primera gran lección de la era de la IA: si tu revolucionario dispositivo depende de un servidor, más te vale que la empresa detrás no fracase estrepitosamente.
Lo verdaderamente fascinante de este desastre es cómo Humane logró recaudar más de 230 millones de dólares de inversores supuestamente inteligentes, incluido Sam Altman, el gurú de la IA. Parece que en Silicon Valley, la combinación de 'ex-Apple' + 'IA' + 'revolucionario' es suficiente para abrir carteras, sin importar lo absurdo que sea el concepto.
Mientras tanto, nuestros smartphones, esos dispositivos supuestamente obsoletos que el AI Pin iba a reemplazar, siguen funcionando perfectamente bien. Resulta que tener una pantalla donde puedes ver lo que estás haciendo no era un problema que necesitara solución.
La moraleja de esta historia no es que la IA sea inútil, sino que no todo lo que brilla con el resplandor de la inteligencia artificial es oro. A veces, es solo un costoso broche que se calienta demasiado y promete más de lo que puede cumplir.
Humane ya ha pivotado, como dicen en el mundo de las startups cuando reconocen un fracaso sin querer llamarlo fracaso. Ahora quieren llevar su inteligencia artificial a coches, altavoces y móviles. Sí, a esos mismos móviles que iban a hacer obsoletos.
Mientras tanto, el resto de nosotros seguiremos usando nuestros smartphones, con sus anticuadas pantallas táctiles y sus baterías que duran todo el día, esperando el próximo dispositivo revolucionario que prometa liberarnos de ellos. Quizás la próxima vez sea algo que realmente funcione.
O quizás, solo quizás, el smartphone ya es la solución óptima y todos estos intentos de 'matarlo' sean solo ejercicios costosos de futilidad tecnológica. Pero ¿qué sé yo? No soy un exejecutivo de Apple con 230 millones de dólares de financiación para gastar sin sentido.
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