Mapa sobre la geopolítica del Sahel elaborado por Casa África y EOM.
Tribuna libre

El Sahel, laboratorio del nuevo orden mundial

Es fundamental que la situación del Sahel esté presente estos días en cualquier debate que la UE tenga para reforzarse y acomodarse a la nueva realidad geopolítica que persiguen Trump y Putin

José Segura Clavell

Director general de Casa África

Sábado, 8 de marzo 2025, 22:18

Mientras el mundo centra su atención en el este, en la guerra de Ucrania, en saber cuál será el próximo movimiento de Putin, y observa ... con incertidumbre las sacudidas de la política estadounidense tras la incómoda y surrealista discusión de Trump y Vance con Zelensky en el Despacho Oval de la Casa Blanca, en nuestro vecindario africano, el Sahel, las cosas se siguen complicando de manera extraordinaria, tal como hemos puesto de manifiesto en más de una veintena de artículos en los últimos años.

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Esta semana aparecieron las cifras del año 2024 del Global Terrorism Index (GTI), que nos dejó un titular sin duda preocupante. A pesar de las numerosas situaciones de violencia que copan las portadas de los medios de comunicación del planeta, una zona informativamente desatendida como el Sahel se ha convertido en el epicentro del terrorismo, representando más de la mitad de todas las muertes relacionadas con el terrorismo a nivel global. Específicamente, de un total de 7.555 muertes por terrorismo en el mundo, 3.885 ocurrieron en el Sahel, es decir, el 51%. Cinco de los diez países más impactados por atentados se encuentran en esta región. Estas cifras nos recuerdan que la situación en el área ha empeorado progresivamente y que, desde 2019, las muertes por terrorismo en el Sahel se han multiplicado casi por diez.

La mayoría de los ataques en el Sahel son perpetrados por dos organizaciones principales: el Estado Islámico en el Sahel (IS Sahel) y la llamada JNIM, una rama de Al-Qaeda.

En un artículo sumamente interesante publicado el pasado 3 de marzo por el Instituto Español de Estudios Estratégicos, el coronel Ignacio Fuentes Cobo, prestigioso analista, ahonda en las causas de esta violencia y nos recuerda que la retirada de las fuerzas internacionales a instancias de los gobiernos de Mali, Níger y Burkina Faso -los tres países con juntas militares en la región, que juntos han creado la nueva Alianza de Estados del Sahel (AES)-, ha generado un vacío de poder que los grupos extremistas han aprovechado para expandir su control, mientras que las respuestas represivas de los Estados han agravado aún más el conflicto.

El trabajo de Fuentes Cobo enfatiza la naturaleza altamente expansionista de la amenaza yihadista y la necesidad urgente de respuestas integrales y coordinadas que aúnen seguridad y desarrollo. La potencial expansión de las fuerzas yihadistas hacia los países costeros del Golfo de Guinea agrava los desafíos fundamentales de gobernanza y seguridad que enfrenta la región, donde las fronteras son porosas, la recopilación de inteligencia está fallando y la presencia de gobierno alguno es mínima.

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Este vacío de poder ha supuesto una enorme oportunidad para Rusia, que ha convertido al Sahel en el escenario donde experimentar su estrategia de posicionamiento global con el objetivo de debilitar a Europa. De ahí que el Sahel sea en estos momentos «el laboratorio del nuevo orden mundial».

La frase que ilustra el título de este artículo es una de las reflexiones que la académica y periodista Beatriz Mesa expone en su nuevo libro, 'El fracaso de Occidente en África' (Editorial Almuzara). Este lunes, 10 de marzo, tendremos la oportunidad de escucharla en Casa África, a las 19:00 horas, en un diálogo con el periodista José Naranjo, para presentar el libro. ¿En qué se basa Beatriz Mesa para hablar de fracaso de Occidente en África? Según ella, ni Europa ni Estados Unidos entendieron la complejidad de la región, enfocándose en la geopolítica (es decir en sus intereses) antes que en los de los hombres y mujeres que viven en sus ciudades y aldeas. Es decir, que se priorizaron decisiones estrictamente 'securitizadas' sin considerar que la seguridad de los sahelianos debía ser la prioridad: y que por mucha seguridad impuesta a través de operaciones militares francesas (Serval o Barkhane) respaldadas por Europa, los malienses... no se sentían ni seguros con ellas ni partícipes de ellas.

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Mesa también recuerda que Francia decidió atacar a los terroristas del Sahel que enarbolaban la bandera de la yihad, pero no a los tuaregs que proclamaron la independencia de la región del Azawad, en el norte de Mali, amenazando la soberanía territorial del país. Esa región, además de su valor en materias primas, es clave para tráficos ilícitos debido a su extensión y porosidad.

Eso es precisamente lo que Rusia ofrece a Mali, Níger y Burkina Faso: apoyo militar sin condiciones a cambio de recursos como oro y otros minerales. Rusia no distingue entre yihadistas y tuaregs nacionalistas, no cuestiona regímenes autoritarios (es más, los prefiere) y, al mismo tiempo, fomenta una narrativa antifrancesa y antieuropea que le es muy útil para su batalla global.

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En su apasionante libro, que les recomiendo, Mesa explica cómo el terrorismo ha sido la puerta de entrada de Rusia en África y cómo su presencia en los países de la AES ha cambiado por completo la geopolítica del centro y norte de África. No solo hay mercenarios rusos en Mali, Níger y Burkina Faso, sino que también las relaciones son excepcionales en Chad, República Centroafricana, Sudán y Gabón.

En todos los casos en los que ha habido golpes de Estado, el patrón fue similar: democracias disfuncionales con élites que se perpetuaban, consiguieron que la ciudadanía aplaudiese y refrendase golpes de Estado dados por militares.

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Como escribe Bea Mesa, «en Gabón, el mal endémico es el mismo de otros países del Sahel: la brecha entre la riqueza de un país abundante en petróleo y la pobreza de su población. En Mali, la brecha entre la riqueza de un país rico en oro y algodón y la pobreza de su ciudadanía. En Níger, la brecha entre la riqueza de un país riquísimo en uranio y la pobreza de los nigerinos, y así sucesivamente. (...) Las cuestiones económicas siguen siendo el principal factor estructural de estos trastornos políticos y, junto con el aumento de los grupos armados de diversa naturaleza ideológica, están marcando el inédito distanciamiento con Francia de los Estados del África Occidental».

Europa se juega su futuro en estos días. Los líderes europeos deben entender su papel en el mundo, especialmente ahora que Estados Unidos ya no es un socio fiable. Esta lección, aprendida a través de la televisión como si la gobernanza mundial fuera un reality show, nos ha llevado a centrarnos en la amenaza más clara y directa: la invasión rusa de Ucrania y el peligro que supone para el resto de Europa. Sin embargo, es igual de importante que Europa comprenda que, además de Ucrania, el Sahel es el segundo teatro de confrontación que Putin ha elegido para desestabilizarnos. Y que este es el momento en el que debemos asumir que ese 'paraguas de protección' de la OTAN a Canarias, Ceuta y Melilla que históricamente nos han asegurado para nuestra tranquilidad, ya no es el que era.

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Como bien insiste Beatriz Mesa, el Sahel es el laboratorio del nuevo orden mundial. Un espacio del que los europeos han sido expulsados (recordemos que hasta hace solo 11 meses aún había tropas españolas en Mali, en el marco de la misión EUTM), donde la narrativa antifrancesa ha calado profundamente, y donde la ciudadanía ha abrazado las ideas soberanistas compartidas por Trump y Putin. Así que la importancia geopolítica de esta región africana es para los canarios y los españoles tan o más relevante que lo que ocurre en Ucrania. Y este mensaje debe ser comprendido y reflejado en cualquier decisión que Europa tome estos días respecto a su futuro.

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