Dinero mal repartido

Con estos balances, resulta llamativo que todavía la pobreza en Canarias sea una evidencia bien patente. Casi un tercio de la ciudadanía está en riesgo de exclusión social. El porcentaje reconocido, con valoraciones de inicios de 2024, era del 31,2%. Y del 33,8% en 2023. Como consecuencia, en uno de cada diez hogares de las islas es un lujo comer con frecuencia pescado o algún tipo de carne, aunque sea apenas un modesto plato a base de pollo.

Queda patente que el reparto de la tarta económica es sumamente desequilibrado. En buen grado pasa porque una tajada enorme del dinero que se genera por el principal soporte de la economía canaria se va fuera, se esfuma. En muchas ocasiones, ni siquiera llega a las islas.

Se genera empleo, cierto. Pero en condiciones precarias más de lo deseable. Resultado, no progresa la media del poder adquisitivo en consonancia con la macroeconomía. Y si bien el ahorro permanece, es con un panorama adverso para el modesto inversor local, casi siempre relegado a ser el primero en saltar por las aires cuando vienen mal dadas.

Total, que tenemos a un mínimo de 600.000 residentes en las islas a expensas de que las administraciones tengan que redoblar esfuerzos por paliar sus carencias y dificultades. Y acontece a pesar de que estamos a priori siendo partícipes de fechas de avance y crecimiento.

Así las cosas, toca ver qué hace falta para que el dinero que Canarias genera, nos repercuta más y mejor.