La compra de los canarios

Por entonces quedó elucidado que los residentes en las islas capitalinas pagan menos que el resto por los mismos productos. Se evidenció que la doble y triple insularidad son factores con vigor enquistado en la vida cotidiana de las islas; de modo que poca variación se observaba, en lo grueso, en relación a los números y las conclusiones obtenidas en el otoño de 2003, cuando se daba publicidad al primer informe exhaustivo del Istac versado en la economía doméstica en Canarias.

Las valoraciones periódicas durante diecisiete años, al margen de refrendar lo evidente, dejaron en claro que ciertos ajustes ordenados por las administraciones públicas sirvieron, al menos, para estrechar las enormes diferencias de Gran Canaria y Tenerife con respecto al resto. Igualmente, para desnudar diferencias sustanciales entre territorios aparentemente similares, que ayudaron en la toma de medidas destinadas a realizar ajustes.

O sea, estamos como en abril de 2022, cuando ya apelé al Istac para que volviera a dedicarse a escudriñar y dar visibilidad a la cesta de la compra. Por entonces precisé que «para intentar remediar, o al menos minimizar, cualquier situación desagradable, primeramente es crucial contar con un diagnóstico preciso del mal correspondiente. Cuanto más certera sea la valoración, más precisa podrá ser la intervención. Y cuanto más concreta y exacta sea la reacción, más efectiva». Insisto ahora, porque con un sencillo diagnóstico semestral se darían argumentos para consumir mejor.