Antonio Estévez y los obreros de la fábrica terorense.C7
La Coca Cola en Canarias
Tras unos meses en Las Palmas y para abaratar costes; los bajos y sótanos del Hotel El Pino acogieron la primera fábrica de refrescos de Teror y la única que se conserva ya vacía
José Luis Yánez Rodríguez
Cronista oficial de Teror
Sábado, 15 de febrero 2025, 10:38
¿Qué es Coca Cola? Coca Cola, mundialmente conocida, es una bebida deliciosa y refrescante -pura y espumosa- que estimula y agrada al paladar'.
Con ... este reclamo se publicitaba aquella gaseosa negra en las Islas hace un siglo, cuando en la península ni la habían probado. El popular eslogan creado en 1904 para la marca -delicious and refreshing- recorrió Tenerife y Gran Canaria durante más de una década en unos cartelones de chapa que se colocaban en los bares que aceptaban la nueva bebida; prometiendo algo que la mayoría de los canarios de entonces no entendían bien, acostumbrados a los ardores del ron y como mucho al burbujeo de la gaseosa.
La Coca Cola llegó a las Islas a principios del siglo XX con los indianos que venían de Cuba y creían en las posibilidades de aquella extraña bebida que el farmacéutico norteamericano John S. Pemberton creara en forma de jarabe en la ciudad de Atlanta (Georgia) en 1886 y que poco después comenzaría a venderse en fuentes de soda. La isla caribeña sería en los inicios de su expansión empresarial uno de los primeros países fuera de Estados Unidos donde se pudo disfrutar de la novedosa bebida.
La historia de su implantación en Tenerife es conocida y sobre ella se ha investigado bastante; no tanto así de los comienzos y desarrollo en la de Gran Canaria. Por recuerdos de personas como Antonio Quintana Malledo, obrero de la Coca Cola en Tenerife, o de la propia familia Olsen, sabemos que sobre 1925 un tal capitán Hans llegó a Tenerife, por entonces aún capital del archipiélago, buscando contactos empresariales para difundir la bebida por el archipiélago. Y lo encontró en Guillermo Olsen, hijo del propietario de la embotelladora de gaseosas 'The Perfection', industrial, consignatario de buques y cónsul de Dinamarca en las Islas, Hans Peter Olsen, al que tuvo que convencer de las posibilidades de negocio de aquella nueva gaseosa negra -que así la consideraba su padre- para luego trasladarse a Bruselas y, tras un curso de iniciación; comenzar su embotellado, producción y venta en Canarias a fines de 1927.
Guillermo Olsen se movió rápidamente en la promoción y búsqueda de nuevos distribuidores, sobre todo en Gran Canaria, a donde él no podía llegar con las posibilidades de su embotelladora tinerfeña. Entre otras campañas publicitarias -que hoy llegan a asombrar por su acierto de miras- ya a mediados de 1928, aprovechando el incipiente tirón que el fútbol tenía por entonces, organizó la primera 'Copa Coca-Cola' que se disputó a partir del 22 de julio de aquel año, en el Stadium de Tenerife, entee los equipos del Salamanca y el Iberia.
En Gran Canaria ya tenía embotelladora pocos meses después de Tenerife, pero el poco juicio en la elección de ellos y cierto grado de abandono hicieron que el negocio fuera trasteando hasta finales de la década.
Guillermo Olsen, gerente general para las Islas Canarias de The Coca Cola Company, con ayuda de sus montadores vinieron a instalar en Las Palmas una nueva fábrica junto con Dionisio Tena Deseado, que había sido nombrado concesionario del nuevo refresco en la isla. Las materias primas, jarabes y extractos se importarían de Atlanta-Georgia en los Estados Unidos.
En 1931 se traspasaba, por no poderse atender, aunque continuaban en la calle Canalejas, 1; y se emprendieron algunas campañas publicitarias de las que tanto gusta la marca, como en 1932 la de coleccionar las tapas que salían numeradas. La publicidad afirmaba que el veinte por ciento de ellas estaba asegurado; bases y premios se debían solicitar al repartidor, o en la fábrica de la calle Canalejas, detrás de la fábrica de luz eléctrica, o en la oficina de Gilbert en la calle León y Castillo, frente a las carboneras de Wilson.
Izquierda. Publicidad de Coca Cola en la araucaria terorense. Derecha. En 1934, Guillermo Olsen, su esposa Eulalia González y Eduardo Quintana en el bar del Hotel El Pino tomando el refresco.
En 1933, y tras varios contratiempos, la Coca Cola pasó a manos de Antonio Estévez Santana, al que se traspasó la embotelladora de gaseosas y sifones de Canalejas y aquí comenzó el camino a Teror de la bebida refrescante más significativa del mundo.
Antonio Estévez había casado unos años antes con Eloína Quintana, hija de Simón Quintana y de Teresa González, fundadores del Hotel El Pino que, a la entrada de la calle Real de la Villa de Teror, era lugar de reunión estival de intelectuales y destacadas familias de la isla desde inicios de siglo.
Fallecido el fundador, Teresa González tuvo siempre una especial predilección por su yerno, amigo de importantes personajes canarios pero bohemio, divertido, y más dado a la conversación y al buen trato que a los graves negocios. El contrapunto a su personalidad lo ponía su único cuñado, Eduardo Quintana, que, desde los 16 años y con una seriedad y un acierto especial para los negocios, cogió la dirección de la Fonda en 1921.
Por ello, cuando en 1933 Teresa González pidió a su único hijo varón que se asociara con Estévez para sacarlo de la ruina en que había entrado, Eduardo Quintana no pudo negarse y entró en el negocio. Tras unos meses en Las Palmas y para abaratar costes; los bajos y sótanos del Hotel El Pino acogieron la primera fábrica de refrescos de Teror y la única que se conserva ya vacía y abandonada pero sin alteraciones de aquellos primeros pasos de la Coca Cola en territorio insular y peninsular.
Como era necesario contar con agua de calidad y como quiera que en Teror no existía suministro de agua potable se hizo necesario construir un aljibe en Los Llanos, en unos terrenos propiedad familiar y junto a un pozo de excelente calidad y su conducción en tuberías hasta el pueblo. Todo lo cual sería el inicio del primer abastecimiento público de agua al pueblo pues lo que se hizo para la Coca Cola y el Hotel se convirtió luego al transcurrir los años al ser comprado por el Ayuntamiento de Teror en el Abasto Público de la Villa.
En 1934 Guillermo Olsen y su esposa Eulalia González visitaron Teror -algo que hacían con cierta frecuencia- para concretar las condiciones.
A partir de entonces comenzó la andadura de esta fábrica. Desde Tenerife se recibía lo que se llama el jarabe o mezcla de todos los ingredientes y en las instalaciones terorenses se le añadía el agua carbonatada o agua de seltz.
Tan sólo cuatro años más tarde, se disolvió la sociedad entre Antonio Estévez y Eduardo Quintana comprando éste la parte del cuñado. La fábrica pasó a denominarse 'de Gaseosas y Sifones El Pino' y perdió el nombre de Antonio Estévez que tuvo durante todo este tiempo y de la que aún pueden encontrarse botellas en algunos viejos bares. Una nueva andadura que llevó a Eduardo Quintana a fundar posteriormente la terorense insignia de la Fábrica del Nik; que sería la que, ya en la década de 1950 al establecerse nuevamente las relaciones con los Estados Unidos, fuera la representante para esta provincia de Las Palmas que permaneció hasta los sesenta, cuando las condiciones impuestas, que no permitían fabricar ni representar otra bebida más que la Coca Cola y el Orange Crush, hicieron que la Embotelladora El Pino eligiera continuar solamente con la marca Nik, que había iniciado su andadura por el mismo año 1956, culminando así la presencia en Teror de la fábrica de la multinacional bebida.
Esta presencia de la Coca Cola generó los primeros anuncios que el país vio de este refresco, caracterizado singularmente por sus campañas publicitarias; como la de 1928 que prometía que 'Refrescará su garganta y hará desaparecer su cansancio. Después de un largo paseo a pie, o durante el ejercicio violento de algún sport -en estos días de verano en que el calor abrasa- nada tan delicioso como apurar hasta la última gota una bebida que refresque y vigorice'.
Antonio Estévez auguraba un gran futuro en la isla a la Coca Cola y a su nueva fábrica en Teror. Era el 14 de julio de 1936. Dos días más tarde, fallecía el general Amado Balmes Alonso, gobernador militar de Las Palmas; al día siguiente llegaba a la isla el Capitán General de Canarias, Francisco Franco; y después partía para África a dar un giro radical a la historia de España.
Y de paso a la historia de la Coca Cola en Teror.
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