EFE
Tribuna libre

Carta abierta a los herreños

José Juan Castro Hernández y Miriam Torres Padrón

Profesores de la Facultad de Ciencias del Mar de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

Viernes, 7 de febrero 2025, 22:46

El Garoé​ fue el árbol sagrado de los bimbapes que, con su frondosa copa, era capaz de captar y condensar el agua de la niebla, que permitió la vida y la soberanía alimentaria de la población de la isla en el pasado. Cuando los vientos ... de un huracán arrancaron el árbol, la población herreña sufrió la pérdida de la fuente de agua que significaba permitir la vida en El Hierro. En 1949, se plantó un tilo en el emplazamiento del antiguo, manteniendo al árbol sagrado como símbolo vivo para todos los habitantes de la isla. De hecho, el Cabildo de El Hierro lo incluye en su escudo, representado con su copa del que caen gotas de agua.

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Todos los herreños y herreñas conocen la historia del Garoé. Es parte de su propia historia, como lo es su Virgen de los Reyes. Sin embargo, la mayoría desconocen que viven sobre la copa de un gran Garoé, que no está en peligro de ser arrancado, pero sí de ser muy dañado.

La isla de El Hierro es una estructura volcánica que surge del mar, como si fuese un gran árbol en medio de una vasta y desértica llanura que se desarrolla a más de 3.000 metros de profundidad. Nada la une al resto de Islas Canarias, que también se levantan como árboles independientes, como un pequeño oasis, en medio de un desierto oceánico y profundo. Su tronco se eleva de manera casi vertical hasta surgir en la superficie y dar lugar a la isla emergida. Pero es tal la verticalidad de este Garoé sumergido, que en lugares como la Punta de Orchilla, donde se encuentra el famoso faro homónimo, a tan solo 2 kilómetros de la orilla ya hay 1000 m de profundidad. Es decir, la isla apenas tiene plataforma a su alrededor sobre la que sostener la vida marina.

El árbol volcánico surge y retuerce la Corriente de Canarias en su camino, para generar en su entorno remolinos y zonas en calma, que enriquecen sus aguas y permite que la poca vida que puede soportar se versifique de una manera espectacular en las orillas de sus costas. Pero, este prodigio de goteo de vida alrededor del árbol es muy frágil, algo que comprendieron los pescadores herreños desde muy pronto. Porque la pesca es la forma tradicional de recolección de esa vida que emana del Garoé sumergido, sus gotas en forma de peces que se concentra en sus orillas y que han alimentado desde siglos a la población local. Por ello, desde 1986 existe en la isla una Reserva Marina de Interés Pesquero, de 1180 hectáreas marinas que, durante mucho tiempo, fue la más pequeña de Europa. De ellas, solo el 11,5% está protegida integralmente de la pesca.

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Su pequeño tamaño la hace muy vulnerable a cualquier desastre natural o de origen humano, y el volcán Tagoro puso en evidencia esa vulnerabilidad en 2011, cuando casi arrancó de cuajo la vida marina en el sur de isla, incluyendo la Reserva. Por suerte, el resto del árbol y la conciencia de los pescadores, que detuvieron su actividad, reconstruyó la vida nuevamente en toda la isla.

Las amenazas de que nuevos 'huracanes', en forma de volcán o de mancha de petróleo o de crecimiento urbano desmedido y vertidos, que ya están afectando a otras islas, arranquen la vida de los bordes del Garoé submarino siempre está ahí, acechando.

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La Reserva Marina del Mar de Las Calmas ha significado un enorme avance para toda la población herreña ya que han sabido generar riqueza en torno a la conservación de un recurso ambientalmente valioso, el mar. Sin embargo, la conservación que se ha hecho hasta ahora es solo un espejismo, que aumenta el riesgo de colapso por una sobrepesca mal calculada, a la que se suman los cambios en el clima, que condicionan la viabilidad de muchas especies en el entorno de la isla. De hecho, tanto es así que los modelos de evaluación de stocks que se han podido desarrollar con los datos de capturas disponibles apuntan a que, de las 20 especies bentodemersales y pelágico-costeras que, tradicionalmente, se pesca en la isla (alfonsiño, pejeperro, sargo blanco, salmonete, morena negra, morena pintada, briota, chopa, gallito, y chicharro) se encuentran sobreexplotadas o con biomasas reproductoras por debajo del óptimo. Esta situación, posiblemente, puede ser aún más negativa si se pudiesen incorporar al análisis las capturas que realizan las casi 1700 licencias de pescadores recreativos que hay en la isla.

La aprobación de la propuesta del Parque Nacional Marino del Mar de las Calmas por parte del Consejo de Ministros, el pasado 30 de julio de 2024, ha reabierto el debate entre la población herreña sobre la idoneidad de dicha propuesta, generando una corriente crítica con el argumento de que no ha habido la suficiente transparencia y participación ciudadana en dicha decisión, principalmente. En general, la gestión de los parques nacionales corresponde a las comunidades autónomas según consta en la Ley 30/2014, de 3 de diciembre, pero es el patronato del parque el órgano consultivo y el instrumento de participación de la sociedad. Este patronato está conformado por los agentes sociales de la zona y es el que tiene la función de velar por el cumplimiento de las normas establecidas. Además, a esta estructura se incorpora un comité científico cuya función es asesorar sobre cualquier cuestión planteada por el Organismo Autónomo Parques Nacionales, bien a iniciativa de este o bien a petición de las administraciones gestoras de los parques.

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En el caso de Canarias, los patronatos están constituidos, de manera general, por un presidente, que suele ser el del Cabildo de la isla, un representante de las consejerías competentes en medio ambiente de la Comunidad Autónoma y Cabildo, y otro del ministerio en cuestión. Además, hay representantes de los ayuntamientos, de las universidades pública, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), representantes de propietarios de terrenos privados, miembros de ONGs, organizaciones sociales relacionadas con el Parque, asociaciones profesionales turísticas, el director/a del Parque, un representante de los trabajadores del mismo y una persona funcionaria del Parque, sin voto, que hace la función de secretario/a. Sin embargo, casi no existe partición ciudadana sensu stricto, ya que los colectivos incluidos no son, realmente, una representación fidedigna de la representación ciudadana y de sus inquietudes e intereses. Por ello, se entiende la inquietud de los colectivos que reclaman una mayor participación ciudadana en la gestión del Parque Nacional Marino y su 'miedo' a que la gestión del mismo sea pilotada desde muy lejos de la isla. Pero, también es entendible que el que las decisiones se tomen desde un punto distante, aunque asesorado localmente, puede ser más aséptico en las medidas y menos 'contaminadas' por las presiones de los intereses particulares que pudieran existir de ámbito local. Por lo que nuevamente surge la duda de cuál es la verdadera naturaleza de la demanda de participación y si ésta va orientada a colaborar en la conservación o a tener así cierta capacidad de influir en la toma de decisiones y en su dirección, a su favor.

Es necesario entender que la verdadera conservación pasa por un replanteamiento de la realización de ciertas prácticas, por muy arraigadas que estén en la tradición secular de un pueblo, de un linaje familiar o de un individuo. Este esfuerzo es aún mayor cuando la conservación no es suficiente y se hace necesaria la reconstrucción de ecosistemas y/o de la biodiversidad.

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No obstante, y a pesar de cómo se estructura y funciona la gestión de los parques nacionales de manera tradicional, en un parque nacional marino, por su naturaleza, la gestión ha de ser muy diferente y, entendemos, que para ello es necesaria la participación ciudadana de manera directa y, al menos, en tres líneas: (1) en la aportación de información que ayude a los científicos a conocer mejor el estado del sistema ecológico y socioeconómico en el que tiene lugar la conservación y a diseñar estrategias que permitan llevarla a éxito; (2) en la colaboración leal para la puesta en marcha de las medidas diseñadas y su seguimiento y (3) en el control del cumplimiento de las medidas acordadas.

La obtención de datos biológicos y ambientales en el mar es muy compleja y costosa, infinitamente más que en los sistemas terrestres bien acotados. Por ello, es importante implementar sistemas participativos en la gestión que ayuden a obtener dicha información, particularmente de los pescadores y buceadores aunque no exclusivamente. Se ha de establecer un contexto colaborativo entre las administraciones públicas, con competencia en pesca y/o medioambiente, y los diferentes grupos de interés, aprovechando el marco legal abierto por el Decreto 118/2018, de 19 de junio, que establece el modelo de gobernanza de la pesca profesional en Cataluña y las recomendaciones establecidas en el Informe del Parlamento Europeo sobre la cogestión de la pesca en la Unión y contribución del sector pesquero a la aplicación de medidas de gestión (2022/2023 (INI).

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Esta acción exploratoria debe estar orientada a una futura, y no muy tardía, modificación profunda de la Ley de Parques Nacionales y también en la Ley de Pesca de Canarias, para dar cabida a un sistema de cogobernanza, con el adecuado soporte científico, más participativo, adaptativo, transparente y con mayor aceptación social.

Es muy importante y no hay que olvidar que tanto la Reserva Marina actual como el futuro Parque Nacional Marino no se pueden entender como elementos de gestión separados del resto de la isla y de lo que en ella acontezca. Aunque no queramos reconocerlo la existencia de estas figuras es la aceptación de un fracaso en la gestión, en este caso la pesquera, ya que ha sido necesario aislar una parte del mar para amortiguar el impacto de la pesca y permitir la posible regeneración de manera natural. Sin embargo, son medidas totalmente ineficaces si el resto del sistema ecológico de la isla se abandona a su suerte y las especies se explotan más allá de su capacidad de regeneración y colapsan.

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En este sentido, el Foro por la cogobernanza en la Pesca, celebrado el pasado mes de noviembre en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, ha demostrado que existe un nivel de conocimiento social colectivo suficiente para afrontar con éxito una gestión pesquera participativa y adaptativa, con capacidad para alcanzar acuerdos por consenso. Un Parque Nacional Marino es mucho más que pesca, lo sabemos.

La propuesta de este primer parque exclusivamente marino pretende, como se plantea en la propuesta, impulsar actividades económicas sostenibles que dinamicen el entorno, mediante actuaciones de inversión directas o programas de subvenciones, primando la conservación de usos y costumbres tradicionales que hayan ayudado a modelar y configurar el territorio. El Hierro destaca por sus espacios naturales protegidos, por su patrimonio etnográfico, sustentado por la población herreña, pasando de una generación a otra y permitiendo que se mantengan tradiciones y costumbres, es Reserva de la Biosfera, es Geoparque. Ahora tiene la oportunidad, también, de definir la forma coherente y eficaz de cómo avanzar también en la protección de nuestro océano con la implicación de todos, en un Garoé de todos y para todos.

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