Ni Motos ni Broncano

Es un ejemplo que se me antoja caricaturesco y sonrojante del nivel de paroxismo en el que algunos están instalados y al que unos cuantos se han empeñado en arrastrarnos. Da vergüenza ajena cómo los voceros, palmeros y seguidistas de uno y otro extremo los han enarbolado cual banderas, como si Broncano y Motos y sus respectivos shows encarnasen las famosas dos Españas.

Son dos programas tan distintos que, por compartir, solo comparten la franja horaria. Bueno, y la utilización política partidista por parte de terceros, tan interesados ellos en crispar y crear malos rollos, sobre todo con Broncano, al que casi han responsabilizado de llevarse el dinero que iba para hospitales o colegios, entre otras barbaridades.

Lo único que de verdad me resultó de interés de toda esta bronca surrealista fue la puesta en cuestión del método que sigue vigente en España, siglos ha, para la medición de las audiencias televisivas. Menos de 6.000 audímetros testan los gustos de 47 millones de españoles.

Pero es más. Sin mayor control que la supuesta palabra de cada familia de que usará el audímetro de forma correcta. Y resulta que media España anda ahora peleándose por las supuestas audiencias de estos dos programas. Berlanga se habría montado un guion con este entuerto.