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Ahora sobre cualquier asunto podemos encontrarnos con sesudos estudios que llegan a una conclusión y otros que conducen exactamente a la contraria. Así, acaba de difundirse uno en el Reino Unido que sostiene que erradicar el uso de la telefonía móvil y otros dispositivos digitales ... en la educación es una inutilidad y que no hace mejores a los alumnos. Justo cuando en varios países -entre ellos España- lo que se ha ido imponiendo en los últimos tiempos es estigmatizar el uso del móvil y fijar una especie de cuarentena, de manera que no se puede entrar a clase con ellos.

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Desde la absoluta ignorancia de quien no es experto en nada pero desde la experiencia de quien acumula algunos decenios y memoria para recordar otros episodios con ciertas similitudes, creo que estamos equivocando el enfoque. O disparando contra el cielo.

En su día fue una revolución -y muy controvertida- dejar que en las clases de matemáticas y de otras asignaturas incluidas en lo que entonces se conocía como 'Ciencias' se pudiera utilizar la calculadora. La maquinita existía desde hace décadas pero se imponía el cálculo mental y parecía un pecado mortal que un alumno la utilizara en clase para ahorrar tiempo, que es precisamente lo que se haría ese mismo estudiante fuera del aula y lo que también haría en el futuro si lo precisaba en su empeño profesional.

Pues con los móviles más o menos lo mismo. Y con las tabletas, los ordenadores de mesa y cualquier otro invento. Como seguramente también con la inteligencia artificial.

No se trata de fijar espacios temporales en los que se prohíbe su uso, sino enseñar a utilizarlos convenientemente y también disciplinar al usuario -sobre todo si es menor de edad- para que no se convierta en un adicto a la tecnología o a determinadas aplicaciones. Más o menos como con las máquinas tragaperras en los bares: la solución no es coger un mazo y destruirlas en plan bárbaro sino instruir sobre el riesgo de adicción al juego.

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Si un niño tiene un móvil y se le prohíbe en clase, lo utilizará antes de entrar y lo encenderá al salir. Es más, esto último lo hará a buen seguro de manera compulsiva para compensar el tiempo de 'exclusión'. El éxito creo que debe pasar por formar a usuarios digitales con capacidad para saber las ventajas y los riesgos del móvil y otras tecnologías. Entonces sí que habremos dado un paso al frente para atajar el riesgo de las adicciones y también de creer que todo lo que sale en pantalla es verdad.

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