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En la última gala de los Oscar había cierto morbo por aquello de si el presentador o alguno de los intervinientes hacía chistes críticos sobre ... Donald Trump y su entrada, cual elefante en cacharrería, en la Casa Blanca. Pronto que quedó en evidencia que no está Hollywood para momentos de valentía y solo hubo una mención a Trump, pero encajada en eso que llamamos 'humor blanco'.
Se da la circunstancia de que una de las películas que aspiraba a varios premios, incluidos los más cotizados, es 'The Apprentice', que retrata el ascenso del magnate norteamericano, su compleja relación con su familia y su conexión con el que fue uno de sus abogados y figura entre bambalinas en el poder y la economía de aquel país:Roy Cohn. El filme desató las iras de Trump y su equipo, que tanto en la campaña presidencial como después han hecho lo posible y lo imposible para que la carrera comercial de esa producción sea ninguna. Y en Estados Unidos, donde se veía venir que el expresidente iba a regresar al poder, muchas distribuidoras sacaron de sus catálogos 'The Apprentice'. Una pena por los espectadores, una pena por los amantes del buen cine y una pena por la democracia.
Estamos ante una película de ficción pero pegada a la realidad, y estamos ante una producción más que recomendable. Detrás de la cámara se encuentra un gran director, Ali Abbasi, cuya pista hay que seguir y que ya ha demostrado que no le tiene miedo a nada. En 'Holy Spider' se ganó las iras del régimen iraní por contar una historia real de esas que incomodan al poder: un asesino en serie que fue liquidando a prostitutas convencido de que así cumplía un mandato divino. En la anterior, 'Border', sorprendía con personajes realmente fronterizos y una historia a medio camino entre el género negro, el drama y la ciencia ficción.
El Donald Trump que ve el espectador en 'The Apprentice' es un arribista que quiere llegar a lo más alto y para ello sella un pacto con un diablo muy particular. Ese es Roy Cohn, abogado de magnates, asesor político y muchas cosas más. De hecho, el personaje de Cohn acaba comiéndose en pantalla -y en la vida real, cual vampiro- al de Trump, pero más allá de la historia real, que conviene conocer, ayuda a entender cómo los círculos de poder económico alrededor de personajes sin escrúpulos acaban imponiendo sus leyes (o sus caprichos).
El cruel final de Cohn en manos de Trump puede acabar siendo el de Elon Musk. Si yo fuera el magnate, me saltaría el veto del presidente y vería 'The Apprentice'.
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