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La reflexión es necesaria. De entrada, una sugerencia: espero que los responsables, tanto artísticos como políticos del carnaval y en especial de las galas, no ... caigan en la complacencia de creer que si las cifras de audiencia televisiva son buenas, el espectáculo es incuestionable. Sería un error tan mayúsculo como ese, desgraciadamente asentado en una esquina del grupo de gobierno, de entender que todo el que cuestiona detalles organizativos del carnaval es porque quiere poco a la ciudad. Las Palmas de Gran Canaria es la suma de todos sus vecinos, incluidos los que defienden el derecho al descanso. Dicho eso, la gala drag, como espectáculo televisivo, precisa de una reflexión, empezando por los criterios de selección de los finalistas. Lo digo pensando en los espectadores, tanto en el parque como en casa, que se frotaban los ojos viendo a dos candidatos con una alegoría prácticamente calcada, con los volcanes y el aloe vera. Y lo digo también por la escasa variedad de propuestas, con demasiados drags que eran 'sota, caballo y rey', mientras que los pocos que proponían algo diferente se veían apartados de los premios.
Ni orden ni concierto. El experimento de ir aumentando la cifra de presentadores no dio buen resultado. Ni había química entre ellos ni había orden en sus intervenciones, de manera que se pisaban unos a otros y había fases en las que costaba entender qué decían. Uno quiere pensar, en su bendita inocencia, que había un interés en abrir una nueva etapa pero no siempre sale bien. Las cosas que funcionan son las que menos revoluciones precisan. Añadamos a eso que hay presentadores foráneos llegados uno o dos días antes que, por muy profesionales que sean, acaban dando la imagen de un extraterrestre en planeta ajeno. Lo digo por Inés Hernand.
Media hora menos y tan contentos. Uno de los grandes aciertos de la gala de la reina fue reducir su duración. Lo bueno o lo regular, si breve, dos veces mejor; lo menos bueno, si largo, dos veces peor... Tres horas de duración para una gala solo se salvan si el nivel de todo el espectáculo es de gran altura, pero si resulta que muchos drags era una repetición de un solo concepto -empezando por las músicas- y que el supuesto broche final era Melody, pues estaba claro que aquello se iba a convertir en un ejercicio de resistencia. Me gustaría saber si el contrato de Melody incluía que se extendiera tanto o es que nadie se atrevió a decirle a la 'diva' que ella también tiene un límite. Sospecho que lo aprenderá en Eurovisión, pero ya será tarde.
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